Alimentación saludable y sostenible: experiencia sobre el diseño y evaluación de una estrategia de intervención
Las dietas poco saludables han sido reconocidas durante mucho tiempo por su impacto en la malnutrición en todas sus formas, incluida la obesidad; sin embargo, el impacto ambiental comienza a aparecer como un promotor de cambios en los sistemas alimentarios y recomendaciones nutricionales. Actualmente se reconoce la relación entre dietas y un planeta saludable: mientras la dieta debe cumplir con las características para promover la buena salud, los alimentos producidos, transportados y consumidos no deben causar ni promover el deterioro del planeta.
Según la Comisión Eat-Lancet (expertos en diferentes disciplinas que incluyen, además de la salud humana, la agricultura, las ciencias políticas y la sostenibilidad ambiental), las dietas sostenibles son aquellas cuya producción tiene un impacto ambiental bajo y que contribuyen con la seguridad alimentaria, nutricional y una vida saludable para generaciones presentes y futuras. Estas dietas tienen en común un mayor aporte de alimentos de origen vegetal y una reducción en el consumo de carnes rojas, especialmente las ultraprocesadas, reducción de grasas saturadas, aumento en el consumo de granos enteros, moderación en el consumo de lácteos y derivados y disminución de alimentos y bebidas con azúcares añadidos.
Es importante que se incluyan alimentos e ingredientes que no sean caros, que estén disponibles regionalmente (para evitar el impacto en el ambiente que implica su transportación desde lugares lejanos) y que sean apetecibles, para asegurar cambios permanentes en los hábitos de alimentación. De igual forma es importante evitar comer más de lo necesario, así como el desperdicio de alimentos.
Las características de las dietas sostenibles anteriormente descritas brindan otros beneficios para la salud, como la disminución de la inflamación crónica de bajo grado, condición que se relaciona con el mayor riesgo a diversas enfermedades.
En una población como la nuestra, en la cual es habitual el alto consumo de carne, embutidos, productos fritos y bebidas con azúcares añadidos, entre otros, resulta difícil la aceptación y seguir un tipo de alimentación en la que se eliminen por completo estos productos. Sin embargo, se pueden recomendar modificaciones basadas en el impacto ambiental de la dieta, además de sus efectos en la salud, que aumentarán la posibilidad de lograr esos cambios permanentes.
Tomando en cuenta esta información, en el CIAD se diseñó un estudio piloto con una estrategia de alimentación que incluyera los ingredientes que reducen la inflamación crónica de bajo grado y que fuera amigable con la salud del planeta, adaptando las recomendaciones de la Comisión Eat-Lancet al contexto regional. Esto es, se recomendó a los participantes consumir productos de temporada y producidos en los estados del norte del país, como Sonora, Sinaloa, Chihuahua y Baja California, de acuerdo con el Atlas Agroalimentario 2018. Además, se les impartieron pláticas sobre el impacto ambiental de la alimentación y cómo reducirlo. Los resultados de este estudio piloto fueron prometedores, ya que esta estrategia redujo el potencial inflamatorio de la dieta y promovió el incremento de algunos géneros bacterianos en la microbiota del intestino relacionados con efectos potencialmente benéficos para la salud y mejoras en los indicadores de inflamación.
En resumen, cambios como aumentar el consumo de frutas y vegetales de temporada y de producción regional, reducir el consumo de bebidas con azúcares añadidos y de carnes rojas y ultra procesadas, además de ser saludables para nosotros ¡también son saludables para nuestro planeta!
Referencias
FAO. (2010). Guías alimentarias y sostenibles. https://www.fao.org/nutrition/educacion-nutricional/food-dietary-guidelines/background/sustainable-dietary-guidelines/es/
Willet, W. et al. (2019). Food in the Anthropocene: the EAT–Lancet Commission on healthy diets from sustainable food systems. Lancet 393: 447-492.
Colaboración de Silvia Yolanda Moya Camarena, Héctor Daniel Parra Sánchez, Osmara Guadalupe Burgara Estrella y Maricela Montalvo Corral. Laboratorio de Nutrición Molecular y Unidad de Investigación en Una Sola Salud de la Coordinación de Nutrición del CIAD.