Cáncer de mama y prevención: importancia de una alimentación saludable
El cáncer de mama es el más frecuente en las mujeres de todo el mundo. A nivel global se diagnostican 2.1 millones de mujeres cada año. En México, en el año 2018 representó el 26% de todos los cánceres diagnosticados en las mujeres.
El número de casos nuevos de esta enfermedad es mayor en países desarrollados (como Estados Unidos) que en países en vías de desarrollo (como México). Sin embargo, se ha observado que la supervivencia (es decir, el número de años que siguen con vida las mujeres una vez que son diagnosticadas de cáncer) es menor en los países como el nuestro.
Uno de los factores que contribuye a la baja supervivencia es que, pese a los avances de la medicina para la detección oportuna, en los países en vías de desarrollo aún es muy bajo el porcentaje de mujeres que se realizan una mamografía de manera rutinaria. En nuestro país, las entidades con mayor número de estudios de mamografía al año son Ciudad de México con 29.4%, Veracruz con 6.7% y Nuevo León con 6.3%, mientras que en Sonora solo 4.7% de las mujeres se realizan el examen de manera anual.
El no realizar el examen de manera oportuna conlleva a un diagnóstico en una etapa más avanzada de la enfermedad, lo cual repercute en la disminución de las probabilidades de supervivencia. De ahí la importancia de realizar este examen anualmente a partir de los 40 años, como lo recomiendan las organizaciones de salud.
La importancia de la prevención
Debido a la importancia del diagnóstico temprano de cáncer de mama, durante el mes de octubre se conmemora a nivel mundial el mes de sensibilización sobre esta enfermedad; con ello se busca apoyar a las mujeres que lo padecen e informar a toda la población sobre las acciones para detectarlo y prevenirlo.
En ese sentido, vale la pena mencionar aquellos factores de riesgo que pueden propiciar la aparición de la enfermedad y que, de acuerdo con la Sociedad Americana del Cáncer, se pueden clasificar en factores no modificables y modificables. Ser mujer, el envejecimiento y ciertos factores genéticos o reproductivos (edad de la primera menstruación, menopausia o antecedentes familiares) se consideran factores que no se pueden modificar. Sin embargo, hay factores que se pueden modificar, cambiando nuestro estilo de vida. En estos se incluye, por ejemplo, el consumo excesivo de bebidas alcohólicas, el sobrepeso u obesidad, el sedentarismo, uso de anticonceptivos, terapia hormonal después de la menopausia, no haber amamantado o tener una alimentación no saludable.
Específicamente la alimentación puede contribuir no solo a mejorar la supervivencia, sino también en la prevención de la aparición de la enfermedad. Las investigaciones han encontrado que, si se llevan a cabo modificaciones saludables en el estilo de vida, se puede reducir el riesgo de un evento de cáncer de mama en las mujeres, además de que puede resultar en un mejor pronóstico del padecimiento.
Por ello, las organizaciones de cáncer a nivel mundial recomiendan tener una alimentación rica en frutas (2 porciones diarias), verduras (4 porciones diarias) y granos enteros (30 g de fibra al día), así como mantener un bajo consumo de grasa. Estas recomendaciones se basan, principalmente, en el estudio de las sustancias contenidas en los alimentos de origen vegetal y su contribución en la prevención del cáncer, pues se ha observado que las personas que comen más frutas y verduras tienen menos probabilidades de desarrollar la enfermedad.
Mantener una alimentación saludable contribuye también a mantener un peso corporal adecuado, lo que se ha encontrado como un factor protector para el desarrollo de cáncer de mama, aunado a la realización de actividad física de forma regular. Por ello, otra de las recomendaciones importantes es realizar, al menos, 30 minutos diarios de actividad física.
Por todo lo anterior, y dado que el cáncer de mama sigue siendo un importante desafío para la salud pública, es importante atender estas recomendaciones de estilo de vida saludable y realizarse los exámenes de diagnóstico de manera rutinaria, para prevenir tanto la aparición de la enfermedad como el diagnóstico tardío.
Colaboración de Karina de Jesús Díaz López, estudiante de doctorado en ciencias del CIAD, del grupo de la Dra. Graciela Caire – Coordinación de Nutrición.
REFERENCIAS
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