¿Cómo identificar una posible deshidratación y un golpe de calor?
La deshidratación es la alteración de agua y sales minerales a nivel plasmático, y ocurre cuando el cuerpo ingiere menos líquidos de los que pierde debido a la sudoración excesiva, fiebre, vómito o diarrea, entre otras causas. Es una situación que puede volverse peligrosa si no se atiende a tiempo, especialmente durante los meses calurosos del año o en situaciones donde se realiza actividad física intensa en exteriores o lugares sin refrigeración. Reconocer las señales de deshidratación es crucial para prevenir complicaciones graves como el golpe de calor.
La pérdida de líquidos severa puede manifestarse a través de diversos signos y síntomas, los cuales pueden variar en intensidad dependiendo del grado de severidad. Es importante prestar atención a estas señales para poder intervenir de manera oportuna ante una posible deshidratación. Algunas de los más notables son sed intensa, orina oscura y escasa, sensación de sequedad en la boca y la piel, fatiga y debilidad, mareos y confusión, dolores de cabeza, aumento de la frecuencia cardíaca y calambres musculares.
Quienes están en mayor riesgo de sufrir deshidratación son las y los niños, personas adultas mayores y aquellas con enfermedades crónicas. Las y los niños son más susceptibles debido a su menor capacidad de reserva de líquidos y mayor tasa metabólica. Por su parte, las personas de la tercera edad pueden tener una disminución en la sensación de sed debido al envejecimiento y en la función renal. Asimismo, las personas con enfermedades crónicas, como diabetes o enfermedades renales, pueden tener una regulación de líquidos y electrolitos comprometida, aumentando su vulnerabilidad a la deshidratación. También es importante subrayar que aun quienes se encuentren en un buen estado de salud pueden sufrir una deshidratación si se exponen por tiempos prolongados a altas temperaturas, sobre todo quienes trabajan bajo la luz del sol.
Con respecto al golpe de calor, se trata de un aumento de temperatura corporal ocasionada por una exposición prolongada al sol o por hacer ejercicios en ambientes calurosos. Esta situación puede ser potencialmente mortal y requiere atención médica inmediata. Estas son algunas señales de advertencia de un golpe de calor: principalmente, temperatura corporal elevada (superior a 49 °C), piel roja, caliente y seca, náuseas y vómitos, sed intensa, confusión, agitación o desorientació, respiración y pulso cardiaco acelerados y/o taquicardia, mareos y desmayos y dolor de cabeza.
La vigilancia diaria de la temperatura ambiental y humedad relativa del ambiente es fundamental en esta época de verano, sobre todo en entidades como Sonora. Tanto las temperaturas elevadas combinadas con un alto índice de humedad (debido a nublados y lluvias) pueden favorecer el golpe de calor.
Para prevenir la deshidratación es fundamental asegurarnos de consumir alrededor de 2.5 litros de agua por día; en esta cantidad se incluye el agua contenida en infusiones, jugos y sopas, entre otros. También es recomendable vestir ropa ligera y de colores claros para ayudar a mantener el cuerpo fresco y evitar la exposición directa al sol durante las horas más calurosas del día, especialmente durante el calor extremo o la actividad física intensa. En caso de deshidratación, debe tomarse agua a sorbos y adicionar bebidas con electrolitos.
En caso golpe de calor, es crucial actuar rápidamente, mover a la persona a un lugar fresco a la sombra, desvestir a la persona e intentar disminuir la temperatura corporal colocando compresas húmedas o hielo en axilas, y buscar asistencia médica inmediata si los síntomas son severos. Reconocer y responder a estas señales puede prevenir complicaciones graves y salvar vidas.
Colaboración de Heliodoro Alemán Mateo, investigador de la Coordinación de Nutrición del CIAD.