El Reporte de Riesgos Globales (Global Risk Report) de 2017, del Foro Económico Mundial, los agrupa en cinco grandes dimensiones: 1. Económicos, 2. Sociales, 3. Tecnológicos, 4. Geopolíticos y 5. Ambientales. Dentro de este último, son el cambio climático, la pérdida de biodiversidad y la crisis hídrica sus principales componentes, los cuales, en su conjunto, están llevando a la inminente 6ª extinción masiva de bioversidad, como un fenómeno geológico. Por ello, la comunidad científica está proponiendo que se reconozca una nueva era geológica, denominada Antropoceno, ya que la especie Homo sapiens (nosotros) se ha convertido en la principal fuerza biológica de la evolución de la vida en la Tierra.
Esta tendencia la confirma el Plan Nacional de Desarrollo de México (2013), el cual señala que la degradación ambiental en México continúa y le cuesta al país cerca del 6% del Producto Interno Bruto (PIB).
El Día Mundial del Medio Ambiente se celebra el 5 de junio, y es el principal suceso que impulsa la Organización de Naciones Unidas (ONU) para estimular la conciencia medioambiental y poner atención y acción política sobre el tema. Fue declarado por la Asamblea General de ONU durante la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Medio Humano en su resolución del 15 de diciembre de 1972.
Este año la ONU lo dedica al síndrome de déficit de naturaleza. Ese nombre le dio el periodista y escritor estadounidense Richard Louv a un conjunto de síntomas cada vez más presentes en la vida de los individuos: estrés, ansiedad, falta de relaciones significativas con los demás y con el mundo y numerosos desequilibrios psicofísicos, adicciones e hiperactividad infantil, atribuidos por profesionales de distintas disciplinas a la pérdida de la relación hombre-naturaleza. Señala que la prescripción de antidepresivos en niños se ha duplicado en los últimos cinco años y que, según estudios médicos, el uso excesivo de los teléfonos inteligentes, la tableta o la pantalla de televisión, provoca un problema de desarrollo cerebral.
Louv presenta evidencias sobre la necesidad de poner en contacto a los niños con la naturaleza, pues si tienen acceso a ella y al aire libre aprenden mejor, son más tranquilos, su comportamiento es más adecuado, son más creativos y dominan mejor el pensamiento crítico. Pasar tiempo en un entorno natural llena sus déficits físicos, emocionales y espirituales, resume el autor de El último niño de los bosques y seis libros más.
Mientras que la sociedad contemporánea se vuelve urbana (en México el 70% de la población ya viven en las ciudades) y la pobreza se concentra en las zonas urbanas, Richard Louv ha inspirado un movimiento internacional, encabezado por la Red de Niños y Naturaleza, para reintroducir a los niños en el medio ambiente, lo que generó el surgimiento en Estados Unidos y Europa de jardines de niños en el bosque, huertos escolares y programas educativos para no dejar encerrados a los infantes.
El Centro de Investigación en Alimentación y Desarrollo (CIAD) promueve actividades ecoturísticas con el fin de que estudiantes de diferentes niveles educativos conozcan esteros con bosque de manglar de Sonora, donde se realizan proyectos sustentables en beneficio de comunidades marginadas; con ello se persigue el objetivo de combatir el déficit de naturaleza.
Los invito a que celebremos este 5 de junio y tomemos cartas en el medio ambiante.
Elaborado por Diana Luque, investigadora del CIAD, con información tomada del sitio electrónico de la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (www.gob.mx/semarnat).