Congreso de la Unión distingue investigación de egresada del CIAD
El trabajo de investigación que Daniela Heredia Hernández presentó para titularse como doctora en desarrollo regional por el Centro de Investigación en Alimentación y Desarrollo (CIAD) fue distinguido por el Centro de Estudios para el Desarrollo Rural Sustentable y la Soberanía Alimentaria de la Cámara de Diputados de la LXV Legislatura de la Cámara de Diputados.
En el marco de la convocatoria del Premio Nacional “Dip. Francisco J. Múgica” 2023, Heredia Hernández, quien realizó su doctorado bajo la dirección académica de la profesora María del Carmen Hernández Moreno, de la Coordinación de Desarrollo Regional del CIAD, postuló el trabajo “Resistencias y estrategias para la transición agroecológica en México: contrastes entre el Noroeste y el Pacífico Sur”, con el cual recibió una mención honorífica.
Daniela compartió que, después de haber visitado algunas experiencias agroecológicas, se dio cuenta de que en su propia comunidad, en la mismísima parcela de su abuelo, ella podía transformar el sistema de producción agroindustrial a uno agroecológico, y soñó con tener algunas ecotecnologías que lo hicieran eficiente y autosustentable, Esto le hizo regresar a su comunidad e investigar sobre el proceso de Transición Agroecológica (TA) en el noroeste de México; después, la propia investigación la llevó a investigar la TA hacia su contraparte, el Pacífico Sur.
“La importancia de la transición agroecológica para el futuro sostenible de la agricultura en México radica en la salud de las familias, quienes producen y consumen alimentos; asimismo, en la salud del suelo, el agua y el aire y, por tanto, de la soberanía y autosuficiencia alimentaria del presente y futuro de las familias mexicanas”, sostiene la joven investigadora.
Resistencias
Como parte del trabajo galardonado, Daniela enlistó una serie de resistencias y estrategias para la TA en México, con base en las experiencias de actores con incidencia académica, política, y en la práctica socioproductiva. En cuanto a las resistencias, destacaron el arraigado individualismo y la desestructuración organizativa, aunados a la aculturación por el uso de agrotóxicos y paquetes tecnológicos desde la revolución verde y los intentos de cooptación de la agroecología por parte del corporativismo verde.
De acuerdo al análisis de Heredia Hernández, las estrategias clave para sobrellevar estas resistencias consisten en construir mecanismos de intervención sociopolítica hacia una gobernanza reflexiva para una formación agroecológica integral, una reestructuración y reinvención de las formas de organización colectiva, la tecnificación del factor tierra-naturaleza y la construcción de redes alimentarias alternativas.
Una visión de cambio
“Cuando uno sueña con cambiar paradigmas, puede pensar que es fácil, pero al iniciar los procesos, la realidad nos despierta de golpe. Desde que hice las primeras presentaciones de este trabajo ante la comunidad académica se me hizo saber la improbabilidad de avanzar con éxito en ello”, compartió Daniela. “El paradigma de la modernización agroalimentaria emana una serie de resistencias que desmotivan de manera constante desde casi todos los aspectos del ambiente agrícola, comunitario, académico y hasta familiar”, sostuvo.
En su trabajo, Heredia Hernández menciona que para superar las resistencias que frenan la promoción de la agroecología, lo primero es la organización, y luego hacer uso de las redes de conocimiento y de comercialización y establecer alianzas con otras organizaciones de productores y consumidores, con quienes se compartan ideales y objetivos comunes. También es igual de importante, subraya, gestionar políticas públicas que integren la agroecología a los diferentes aspectos de la vida.
“Por ejemplo, en cuestión educativa es prioritario agroecologizar los currículos de formación desde primaria hasta nivel superior; en salud, sensibilizar acerca del conocimiento de los pueblos rurales y, sobre todo, los originarios, que guardan saberes profundos; en cuestión sociocultural, favorecer la asociatividad y el intercambio intergeneracional de conocimientos; en cuestión productiva, mejorar las capacidades tecnológicas, y en lo económico, otorgar financiamientos y subsidios a la calidad”.
Si se lograra lo anterior, explica, los pequeños agricultores y las comunidades rurales pueden beneficiarse de la transición agroecológicas, principalmente por el empoderamiento que adquieren sobre las decisiones de qué, cuándo, cuánto y para quién producir, además de toda una serie de otros beneficios económicos, comerciales, de salud, organizativos, etc.
El papel que juegan las instituciones educativas y de investigación en la promoción y desarrollo de la agroecología en México es crucial, desde la perspectiva de la autora, ya que otorgan validez a las investigaciones previas y facilitan la apertura a nuevas formas de saber, lo cual posibilita que la transición agroecológica en México sea viable teórica y técnicamente.
Respecto a su formación académica en el CIAD, la joven investigadora compartió que siente un gran agradecimiento hacia la institución. “El CIAD me abrió sus puertas y me dio las facilidades para hacer este tipo de investigación, cuya metodología pudiera considerarse abstracta, fuera de lo común, lo cual me dio la esperanza de pensar que los resultados de esta investigación pudieran tener un impacto en las políticas públicas que emergen desde la administración federal”, indicó.
Por último, mencionó que tras recibir esta distinción se siente satisfecha con el trabajo realizado y con los resultados de la investigación, ya que considera un logro importante recibir este galardón a nivel nacional, considerando la gran cantidad de trabajos que se postularon al premio en esta edición.