Consejos para almacenar agua correctamente
Desafortunadamente, el acceso constante a agua potable no es un privilegio del cual todas las personas gocen, por lo que muchas comunidades se ven en la necesidad de almacenar el vital líquido para sortear su escasez. En ese sentido, Alfonso García Galaz, profesor del Centro de Investigación en Alimentación y Desarrollo (CIAD), nos brinda consejos para realizar un almacenamiento higiénico.
El académico del Laboratorio de Microbiología Polifásica y Bioactividades del CIAD indicó que la importancia de mantener buenas prácticas en el almacenamiento del agua radica en que, si no se guardan las medidas necesarias, se puede comprometer la calidad microbiológica del líquido, lo cual conlleva la reproducción de microorganismos coliformes (presentes en la materia fecal) y protozoarios que pudieran transportarse en la red de suministro público.
Agregó que bacterias como Escherichia coli, Salmonella spp, Giardia lamblia o Cryptosporidium parvum, las cuales pueden reproducirse en condiciones de almacenamiento insalubres, ocasionan infecciones estomacales, que, dependiendo de diferentes factores, pueden ir de leves hasta severas.
El agua debe ser inocua no solo para consumo, sino también para bañarse y para lavar trastes, indicó el investigador de la Coordinación de Ciencia de los Alimentos del CIAD; por ello es por lo que, una forma de garantizar dicha cualidad, es asegurarnos de que los recipientes estén correctamente sanitizados.
“Los tinacos, una de las estrategias domésticas más populares para guardar agua, requieren de limpieza y mantenimiento por lo menos una vez al año, aunque lo más recomendable es hacerlo cada seis meses”, señaló.
Errores más comunes al almacenar agua
No tapar correctamente los recipientes o dejar que el agua esté expuesta al polvo y a la luz son factores que pueden propiciar el crecimiento de microorganismos patógenos, aseguró García Galaz.
Añadió que el tiempo máximo durante el cual el agua puede durar almacenada en un recipiente correctamente desinfectado es de seis meses, por lo que es aconsejable que, al alcanzar este periodo, se utilice para regar las plantas o se desinfecte nuevamente para su uso o consumo. Por tal razón, es recomendable fechar el recipiente con una etiqueta o leyenda que permita recordar cuándo fue almacenada por primera vez.
Otro error común es meter las manos en los recipientes donde se encuentra almacenada el agua para disponer del líquido, por lo que el académico recomendó utilizar solo cucharones previamente desinfectados para este propósito.
Recomendaciones generales
Ya sea un tinaco, un tambo o una cubeta pequeña lo que se utilice como recipiente, estos deben desinfectarse apropiadamente lavándolos con una solución clorada de agua (una cucharadita de cloro por cada litro de agua) y eliminar cualquier partícula sólida que pudiera adherirse a la superficie interna del recipiente, si es necesario cepillándola. Posteriormente, se debe dejar reposar la solución clorada asegurándose que toque toda la superficie interna del recipiente durante al menos treinta segundos antes de desecharla. Una vez transcurrido este tiempo, se puede vaciar la solución por la coladera y secar el recipiente al aire.
Cuando ya nos hemos asegurado de que el recipiente está inocuo y hemos dispuesto del agua que deseamos resguardar, es necesario desinfectar el líquido con una solución de dos a cuatro gotas de cloro por cada litro de agua. En lugares en los que la temperatura ambiente promedio oscila por debajo de los 25 grados centígrados se debe de utilizar el doble de cloro para su desinfección.
En teoría, el agua que proviene de la red pública es apta para su ingesta, aunque muchas personas prefieren comprar agua purificada en garrafones, botellas o instalar sistemas domésticos de purificación por temor a ingerir algún microorganismo dañino. No obstante, hay muchas personas que almacenan agua en recipientes grandes para su consumo y no les agrada mezclar cloro en ella, ya que este afecta su sabor.
García Galaz explicó que una alternativa para el cloro es el uso de yodo, que normalmente se utiliza en gotas como desinfectante para vegetales. Este elemento aporta menos sabor al agua que el cloro, pero deben de seguirse las instrucciones del fabricante para su utilización, ya que la concentración de los diferentes productos comerciales es muy variable, además de que su consumo está contraindicado en mujeres embarazadas y en personas con problemas en glándulas tiroideas. Es importante subrayar que el agua desinfectada con yodo no debe de consumirse por más de seis semanas consecutivas.
La desinfección por ebullición también es una técnica apropiada de desinfección; sin embargo, esto puede ser difícil si la cantidad de agua que se desea almacenar es mucha, además de que a algunas personas les desagrada el sabor que esta toma al hervir. Respecto a esto último, García Galaz comentó que una pizca de sal de mesa restaura el sabor tras la ebullición. Asimismo, aconsejó que, después del primer hervor, es suficiente mantener la ebullición solo durante un minuto o, si se encuentra en una ciudad con una altura de más de dos mil metros, extenderlo hasta tres minutos.