En 2008 la Agencia de Alimentos y Fármacos de Estados Unidos (FDA, por sus siglas en inglés) culpó a tomates provenientes de territorio mexicano del brote de salmonelosis que se presentó en varios estados de aquel país.
Tras investigaciones realizadas por la Secretaría de Agricultura, Ganadería, Desarrollo Rural, Pesca y Alimentación, se demostró que el brote de salmonela Saint Paul que afectó a cientos de pobladores no precedió de nuestro país; sin embargo, la credibilidad de los productores nacionales se vio mermada.
A fin de evitar este tipo de sucesos y brindar más seguridad a los agricultores del país, investigadores de la Facultad de Informática, asignados al Parque de Innovación Tecnológica de la Universidad Autónoma de Sinaloa (UAS) y del Laboratorio Nacional para la Investigación en Inocuidad Alimentaria (LANIIA), crearon la Unidad de Bioinformática que hasta ahora ha secuenciado más de trescientos patógenos a fin de brindar información preventiva ante posibles productos contaminados de origen nacional.
Cristóbal Chaidez Quiroz, investigador de la Coordinación Regional Culiacán del Centro de Investigación en Alimentación y Desarrollo (Ciad) y director del LANIIA, explicó en una entrevista para la agencia de noticias Investigación y Desarrollo que científicos de la institución emplean tecnologías de secuenciación masiva para identificar el genoma de las bacterias, desarrollar su trazabilidad y generar una base de datos para darle seguimiento.
“En colaboración con agricultores de la región de Culiacán identificamos algunos tipos de bacterias, las secuenciamos y, mediante una aplicación en el teléfono inteligente, podemos reconocer el punto exacto donde se aisló el microorganismo para saber con exactitud de qué tipo de patógeno estamos hablando”, detalló el maestro y doctor en microbiología ambiental y de alimentos por la Universidad de Arizona.
Agregó que, a diferencia de hace unos años, cuando no se contaba con información tan precisa, ahora se lleva un registro incluso de la calidad del agua y el suelo para poder reconocer si esos factores son los responsables de la presencia de una bacteria patógena. De esta forma, la base de datos ayuda a ser más preventivos ante sucesos como el del 2008 y a que se esté preparado para enfrentarlo.
Afirmó que se trata de un ejercicio interdisciplinario, donde biólogos y microbiólogos interactúan con informáticos e ingenieros en sistemas para crear una Big Data que brinde seguridad en sus productos al agricultor mexicano y para que pueda revisar la información en su propio teléfono.
“Es una necesidad imperiosa la formación de bioinformáticos, es decir, de expertos en el desarrollo de software que sepan resolver problemas biológicos. Lo que hacemos en la Unidad es un trabajo preventivo en beneficio del sector productivo, tanto público como privado.
“En el país no hay una institución que brinde un servicio similar y estamos abiertos a quien lo necesite. Somos un laboratorio de puertas abiertas”, refiere el director del LANIIA, cuya sede es la Coordinación del Ciad en Culiacán, y el cual cuenta con la categoría de Laboratorio Nacional, otorgada en 2014 por parte del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt).
Colaboración de la Agencia Informativa Innovación y Desarrollo.