Densidad mineral ósea y consumo de Calcio y Fósforo en pacientes renales
La enfermedad renal crónica (ERC) es un problema de salud pública con elevadas tasas de prevalencia e incidencia a nivel mundial. El deterioro de la salud renal es rápido en los grados moderado y avanzado de la enfermedad, a la par de un riesgo elevado de eventos cardiovasculares.
Adicionalmente, en las etapas mencionadas, la enfermedad implica un significativo costo económico para la familia y para el sector salud, dado que los pacientes requieren atención médica para la ERC y para afectaciones graves asociadas, como son las cardiovasculares y las óseas, entre otras.
En ese sentido, se han presentado guías orientadas a la prevención o retraso de las complicaciones de la ERC, a partir de un diagnóstico y tratamiento temprano.
En la etapa moderada de la ERC se pueden presentar anemia y alteraciones en el metabolismo mineral-óseo. El calcio y el fósforo comprenden los minerales más abundantes del organismo, encontrándose en los huesos el 99% del calcio y el 80% del fósforo, del total corporal de ambos minerales.
Ante una deficiencia en el consumo de calcio o de una disminución de su absorción a nivel intestinal, los niveles adecuados en sangre se aseguran liberándose calcio de los huesos. Si esa situación persiste por tiempo prolongado, la densidad mineral ósea disminuye, lo cual aumenta el riesgo de fractura ósea en los pacientes.
Para asegurar la absorción de calcio dietario, una de las recomendaciones señala que el consumo de fósforo sea igual o menor al de calcio. En la tesis de maestría en ciencias de Ricardo de Jesús Vega Sosa, estudiante del Centro de Investigación en Alimentación y Desarrollo (CIAD), participaron pacientes renales con diferentes grados de la enfermedad, quienes observaban un aporte bajo y alto de calcio y fósforo, respectivamente.
En cuanto a la densidad mineral ósea, los valores bajos observados no se derivaron del inadecuado aporte dietario de estos dos minerales, sino a causas inherentes a la enfermedad renal.