El hongo Hacx cahóoit, un tesoro biocultural y medicinal del desierto sonorense
En el vasto y árido desierto sonorense habita un hongo conocido como “soldadito” (Podaxis pistillaris (L.) Fr.), llamado hacx cahóoit por la comunidad comcáac (seri). Esta especie crece en zonas áridas de todo el mundo y es una de las más representativas de la funga en Sonora.
A lo largo de la historia, diversas culturas originarias lo han aprovechado por sus propiedades comestibles, cosméticas y, principalmente, medicinales. Aunque los estudios sobre el soldadito del desierto han tenido un ir y venir, su complejidad y la dependencia del medio natural para que fructifique y pueda ser recolectado, dificultan tanto su investigación a fondo como su aprovechamiento potencial. Esta combinación de desafíos y singularidades, lo convierte en un organismo fascinante y un reto digno a superar para la ciencia y la conservación de la biodiversidad de zonas áridas.
Nombrar para conocer: ¿por qué es crucial identificar las especies?
Antes de cualquier estudio o uso, es crucial conocer el nombre de cualquier organismo, y por ello es básico trabajar en este sentido. Darle un nombre no es solo identificarlo con precisión, sino que también abre puertas al conocimiento científico, regula su uso seguro y protege tanto a las personas como al medio ambiente. Es el primer paso para un aprovechamiento responsable y exitoso.
Como parte del conocimiento tradicional empleado por varias generaciones comcáac, sus integrantes ubican perfectamente al hongo hacx cahóoit, así como los lugares y épocas para encontrarlo y las bondades medicinales que pueden obtener de él. Es por ello que, como parte de su formación como maestra en ciencias por el Centro de Investigación en Alimentación y Desarrollo (CIAD), Lucía Ruvalcaba Olivarría, bajo la dirección académica del profesor investigador Martín Esqueda Valle, se dio a la tarea de identificar el hongo por técnicas tradicionales como la morfológica, y complementarla con estudios moleculares para confirmar el nombre de los especímenes encontrados en Punta Chueca, Sonora, que, efectivamente, corresponden a Podaxis pistillaris.

Esto es relevante porque, aunque existen otras especies del género Podaxis (muy similares a simple vista), la más reportada y estudiada a nivel mundial es la misma que existe en Sonora. Una correcta identificación evitará confusiones y permitiría entender mejor su distribución y variabilidad. Además, resalta la necesidad de continuar la investigación para comprender su diversidad genética, así como las variaciones en la producción de compuestos de interés para el humano.
Uso tradicional: más que un remedio
Los hongos son un mundo vasto, al igual que su diversidad morfológica. Existen desde una sola célula, como las levaduras, hasta estructuras más complejas como los champiñones. En zonas desérticas también encontramos hongos, aunque no son tan abundantes como en los bosques tropicales. Aquí, están perfectamente adaptados a la escasez de agua y, por ello, presentan propiedades y características muy interesantes.
En el caso del soldadito, la gleba, que es la parte interna del hongo donde se encuentran las esporas, ha sido tradicionalmente empleada por los comcáac como cicatrizante. Aunque su uso en esta comunidad es meramente medicinal, en otras regiones del mundo es comestible cuando aún no se desarrollan las esporas (inmaduro), siendo considerado un manjar. De esta forma, es de destacar que el conocimiento medicinal tradicional transmitido de generación en generación convierte al soldadito en un recurso clave para la comunidad comcáac y deja entrever que es importante enfocar esfuerzos científicos en recursos de la región a los que se les atribuyen este tipo de propiedades benéficas.
A lo largo de la historia es notorio cómo algunas plantas utilizadas por los pueblos originarios han pasado a formar parte de las medicinas del día a día. Un ejemplo es el uso del sauce blanco (Salix alba L.), del cual los nativos americanos masticaban su corteza para aliviar dolores de cabeza y fiebre. En 1899, a partir de este árbol se sintetizó el ácido acetilsalicílico, que se comercializó posteriormente como aspirina®️.
Otro medicamento es la quinina, la cual obtenían algunos pueblos andinos de la corteza del árbol quina (Cinchona officinalis L.) para tratar fiebre y malaria. Este medicamento fue el primer tratamiento efectivo contra esta enfermedad. Por otra parte, el taxol, utilizado por algunos pueblos indígenas para tratar heridas e infecciones, aliviar dolores y fiebre se obtenía del tejo (Taxus brevifolia Nutt.), y en 1960, a partir de su corteza, se obtuvo el medicamento Taxol®, el cual se convirtió en uno de los medicamentos más efectivos contra el cáncer de mama, ovario y pulmón.
En cuanto a los hongos, a pesar de que existen medicamentos populares y de alta trascendencia para el desarrollo humano, como la penicilina (que proviene del hongo Penicillium Link), no existe registro de hongos utilizados en medicina tradicional cuyos compuestos hayan trascendido hasta convertirse en algún medicamento conocido.
Aunque actualmente se exploran algunas especies del género Psilocybe, el cual era utilizado por diversas culturas de Mesoamérica dentro de su cosmovisión para tratar diversas enfermedades relacionadas con la mente como la tristeza, el miedo, etc. El principal interés es utilizarlo en padecimientos como ansiedad, depresión y estrés postraumático.
Importancia del conocimiento tradicional en la ciencia: validando el uso del hongo soldadito
Como se ha explicado, el conocimiento tradicional ha servido como punto de partida para el desarrollo de numerosos medicamentos, de ahí el interés de colaborar con estas comunidades y garantizar la seguridad y uso eficiente de sus recursos naturales. Por ello, el Laboratorio de Biotecnología de Hongos y Plantas de la Coordinación de Tecnología de Alimentos de Origen Vegetal del CIAD realizó este estudio donde, además de identificarlo, se analizó la composición química del hongo para conocer los compuestos responsables de las propiedades medicinales que se le atribuyen. El estudio se centró, primeramente, en la composición fenólica, encontrando compuestos con actividad comprobada en la cicatrización de tejidos. Sin embargo, este es solo el primer paso, ya que el efecto cicatrizante podría deberse a una acción sinérgica entre múltiples compuestos. Por ejemplo, los polisacáridos presentes en diversos hongos también pueden estimular la cicatrización, lo que lleva a la necesidad de seguir explorando estos compuestos bioactivos en P. pistillaris. Esta validación científica no solo fortalece el valor del conocimiento indígena, sino que también permite su aprovechamiento de manera segura y fundamentada, asegurando que las comunidades tengan acceso a información precisa sobre los recursos que han utilizado durante generaciones. Además, al contar con la participación activa de la comunidad, se documenta su uso y con ello se contribuye a que sus saberes tradicionales sean transmitidos a las nuevas generaciones.

Autoras(es): Lucía Ruvalcaba Olivarría, egresada de la maestría en ciencias del CIAD, y Aldo Hiram Gutiérrez y Martín Esqueda Valle, investigadores del CIAD.