El huevo: consejos para su manejo correcto y consumo seguro
El inicio de la primavera trae consigo el incremento de la temperatura ambiental; por tal razón, debemos tener un mayor cuidado en el resguardo apropiado de los alimentos, ya que el calor acelera la descomposición de estos. Hoy nos enfocaremos en el correcto manejo de los huevos, o blanquillos, de gallina.
El primer desafío con el que nos encontramos es el momento de elegir los huevos en el anaquel del supermercado. Debemos evitar toda unidad en la que se perciban fisuras o golpes, ya que si el cascarón está dañado existe una alta posibilidad de que el alimento haya sido invadido por microorganismos patógenos que propiciarán su descomposición.
Si al momento de tomar el blanquillo notas que el contenido se mueve demasiado, como si estuviera batido o revuelto, quizá sea una manifestación de que el alimento ya no se encuentra en buenas condiciones para su consumo.
Este es un experimento que puedes realizar para comprobar lo anterior: toma un recipiente pequeño, vierte agua hasta la mitad y coloca el huevo dentro. Si flota, significa que no es un huevo nuevo. Si se hunde hasta el fondo, se trata de un huevo fresco. Esto pasa porque la cáscara del huevo es una membrana porosa que se debilita con el paso del tiempo y por el calor. Entonces, mientras más viejo es el huevo, la cáscara permite más el paso de aire del exterior y, por lo tanto, flota más.
¡Mucho ojo! Que un huevo flote no necesariamente significa que no se pueda comer. Nada más ten cuidado, si flota, ábrelo y deposítalo en un plato para olerlo. Si su olor es desagradable y su yema se rompe al caer en el plato, lo mejor sería no comerlo. En cambio, si su aroma es normal y su yema no se rompe, puedes comerlo sin problemas. Recuerda que es importante cuidar tu salud, así como evitar el desperdicio de alimentos.
Otro punto importante para considerar es evitar lavar los huevos antes de almacenarse. El agua y el cepillado pueden deteriorar la cáscara del huevo, lo cual hará más posible la intrusión de patógenos. Si acaso el blanquillo tiene alguna mancha de suciedad y temes que el alimento se pueda contaminar al quebrarlo y verterlo en el sartén, sí puedes lavarlo, pero tiene que ser justo en el momento antes de la preparación.
Como se ha mencionado con insistencia, los huevos son alimentos vulnerables a las altas temperaturas, por lo que el mejor lugar para almacenarlos es un lugar fresco y alejado de la luz solar, principalmente en regiones que se distinguen por su clima cálido. En ese sentido, hay quienes prefieren guardarlos en el refrigerador, a nivel intermedio; de hecho, muchos frigoríficos contienen un anaquel especial para colocar los huevos. Un huevo en refrigeración prolonga su duración, pero a veces el que esté frío no es práctico para la elaboración de ciertos platillos en los que se requiere que estén a temperatura ambiente; por esa razón también pueden guardarse en la alacena en un lugar que no reciba luz directa.
Por último, es importante recalcar que no es buena idea consumir huevos crudos. Las aves de corral y sus huevos son susceptibles a la bacteria Salmonella, que puede causar una infección gastrointestinal de grado moderado a severo. El riesgo de intoxicación se reduce tras la cocción; esta debe hacerse a hasta que la yema y la clara estén firmes, mientras que los platillos hechos con huevos deben cocinarse a una temperatura interna de 71 °C o más.
La proteína del huevo es una de las más completas desde el punto de vista nutricional y su consumo ha sido importante para el desarrollo de la humanidad, por lo que se debe asegurar un buen manejo para aprovecharlo de una manera segura. Buen provecho.
Colaboración de los investigadores Fernando Ayala Zavala y Aarón Fernando González Córdova.