En plena guerra: dos mujeres luchadoras por la paz y por la justicia social
La expresión política-intelectual del pensamiento feminista y la lucha por los derechos humanos y sociales de las mujeres se deja sentir en este siglo XXI y en plena guerra producto de la más atroz de las violencias de que son capaces los hombres, como género humano: la violencia criminal y la tortura, que se impone por creencias religiosas y posesión del territorio.
Es en este 2023 violento y desesperanzador de la historia mundial, que dos mujeres luchadora por la paz son reconocidas con el mayor galardón: Narges Mohammadi, Premio Nobel de la Paz, activista iraní luchadora a favor de los derechos humanos, específicamente de los derechos de las mujeres, y Claudia Goldin, economista estadounidense, Premio Nobel de Economía por sus aportes en la investigaciones para comprender el papel de las mujer en el mercado laboral.
El mundo de la investigación científica, la academia y el activismo sociopolítico se entrelazan en este año 2023 al ser una activista y otra investigadora, las dos mujeres quienes reciben el reconocimiento social y son galardonadas.
Se puede afirmar que el feminismo, como acción y pensamiento, es en la actualidad un fenómeno global, de expresiones diversas debido a las diferencias en las condiciones de las distintas regiones, pero que ha impactado la vida de millones de mujeres de todas las generaciones y todas las naciones, incluidas las más racistas, sexistas y machistas.
Está claro que una sola voz clama la imperante demanda de mayor igualdad y justicia para las mujeres en cada lugar del planeta. El clamor por la defensa de los derechos humanos de las mujeres y la denuncia generalizada en contra de la desigualdad y las condiciones de violencia que enfrentan cada día las mujeres en los distintos rincones de nuestro mundo y en todos los ámbitos de sus vidas, se impone como una denuncia y una innegable exigencia global.
Desde nuestra mirada, un aspecto relevante en estos galardones es que, desde la lucha feminista, cuyo eje fundamental es la denuncia de las condiciones de desigualdad de las mujeres, además de múltiples exposiciones sobre la violación de sus derechos humanos fundamentales, y desde el feminismo como movimiento intelectual global, siempre ha existido la vinculación entre activismo político y academia, ya que una se nutre de la otra. Hoy por hoy en ninguna hipótesis ni paradigma epistémico queda tan claro que la construcción de la teoría es producto de la experiencia, como lo expone el feminismos como pensamiento global. Lo anterior es uno de los aspectos relevantes, hermosos, diría yo, que conjunta tristezas con alegrías, pues se trata, por una parte, de una mujer iraní encarcelada por su lucha a favor de las mujeres en sistemas por demás autoritarios y de una mujer economista que aporta justamente a la comprensión de esta desigualdad. Esto pareciera inconsistente, banal; sin embargo, en estas nominaciones de este 2023 se unen, como ha sido siempre en el feminismo, la práctica con la teoría: una activista y una académica han sido reconocidas como portadoras de conocimiento y práctica a favor de la condición de las mujeres, por la equidad y la no discriminación, en contra de la violación a los derechos humanos, en contra de la violencia y a favor de la paz. Ambas, una desde el activismo político y otra desde la investigación científica, esclarecen de la necesidad, porque así lo muestra la realidad mundial, de que “la larga lucha de las mujeres” por sus derechos requiere continuar, ya que si bien hemos avanzado en varios ámbitos, aún faltan peldaños para llegar a las demandas fundantes que constituyen la igualdad plena y real. Aún está vigente la cultura patriarcal que se impone como forma de mirar el mundo de la vida y las relaciones de poder que en él se desarrollan son la base de toda desigualdad en la humanidad. Está claro entonces que aún nos quedan muchos caminos por andar para lograr un cambio de paradigma en las relaciones humanas entre los géneros, los grupos sociales y religiosos, las etnias, los gobiernos y la sociedad civil, para ver una transformación social de la cultura patriarcal y discriminatoria que libere a toda la humanidad de sus estigmas y condición de vida para dejar de ser infrahumanas y lograr ver la emergencia de nuevas y respetuosas relaciones en la gran diversidad que somos.
Autora: Gilda Salazar Antúnez, investigadora de la Coordinación de Desarrollo Regional del CIAD