Catalogada como la epidemia del siglo XXI, la obesidad es un factor de riesgo para desarrollar enfermedades cardiovasculares y/o diabetes mellitus tipo 2. A lo anterior, científicos del Centro de Investigación en Alimentación y Desarrollo (CIAD) suman un deterioro o deficiencia en la respuesta inmune ante infecciones.
“Un ejemplo de ello fue la pasada pandemia de influenza, en la cual observamos que las personas con obesidad presentaron un mayor riesgo a desarrollar complicaciones y fueron uno de los sectores de la población con mayores tasas de mortalidad”, indicó el doctor Jesús Hernández López, uno de los investigadores participantes en el proyecto.
Existen diferentes hipótesis para explicar el fenómeno, dijo el especialista en inmunología, una de ellas plantea la deposición de tejido graso en la caja torácica que limita el funcionamiento pulmonar, especialmente el ingreso de oxígeno a los alvéolos; y otra sugiere que existe una deficiente respuesta antiviral del sistema inmune, pero no se han estudiado a profundidad los mecanismos responsables de ello.
Para entender cómo la obesidad afecta el sistema inmune, los científicos comenzaron investigando los niveles de producción de interferón. “Dado que uno de los mecanismos antivirales más importantes del sistema inmune son estas proteínas llamadas interferones tipo I, porque son una familia de proteínas que produce el sistema inmune en respuesta a una infección viral, fue importante evaluar su producción en personas con obesidad”, explicó el integrante de la Academia Mexicana de Ciencias.
Se estudió la sangre de 30 personas con obesidad y 30 no obesos. A través de una técnica llamada PCR en tiempo real, se analizó la expresión de interferón a nivel genético; es decir, al gen especial que codifica para la producción de interferón. Después se observó la producción de interferón en el sobrenadante, una solución donde se estimulan a los glóbulos blancos.
Los glóbulos blancos se estimularon con moléculas que tratan de simular al virus y son ligandos de TLR (proteínas que forman parte del sistema inmune). En estas pruebas los investigadores observaron que había menos producción de interferón en personas obesas y mayor de SOCS 3, aquel que inhibe la acción del interferón.
Jesús Hernández explicó que como parte del equilibrio del sistema inmune, existe una familia de proteínas que regulan la producción de los interferones tipo I para que dejen de producirse cuando ya no son necesarios, y estas se conocen con el nombre SOCS. Dentro de esta familia, el SOCS3 es una de las más estudiadas y relacionada con las infecciones virales y la obesidad.
“Fue necesario evaluar la expresión del SOCS 3 en la sangre, con la técnica de PCR en tiempo real, se analizó la expresión del gen que activa el SOCS 3 y con la técnica Western Blot, -la cual permite la detección de una sola proteína dentro de una muestra biológica- comprobamos que la célula estuviera expresando la proteína. En estas pruebas nos percatamos de que los niveles de SOCS3 –los reguladores del interferón- son bajos en una persona que no es obesa, mientras que en personas con obesidad los niveles son elevados”.
La investigación demuestra que las personas con obesidad tienen una deficiencia en la producción de interferones de tipo I asociado a una alta expresión de SOCS3; y esta condición, aseguró el doctor Hernández López, podría ser un factor que contribuye al riesgo que presentan estas personas frente a ciertas infecciones y a desarrollar complicaciones de las mismas.
“Podemos concluir que las personas con obesidad tienen una menor capacidad para producir interferón. Esta menor producción está asociada a una aparente expresión del SOCS 3, esta característica nos hizo proponer la hipótesis de que el hecho de una persona con obesidad tenga menor capacidad para producir interferón cuando se infecta con el virus de influenza estas características la hacen más propensa a desarrollar complicaciones y pueden poner en riesgo su vida”, explicó el doctor en ciencias.
Colaboración de la revista Investigación y Desarrollo