Conocer la prevalencia de diabetes y obesidad en grupos indígenas en Sonora y su asociación con el estilo de vida (dieta y actividad física) ha sido la motivación desde hace 24 años del doctor Julián Esparza Romero, académico del Centro de Investigación en Alimentación y Desarrollo (CIAD).
En México, la diabetes es la principal causa de muerte; según cifras de la Encuesta Nacional de Salud y Nutrición, setenta de cada cien mil personas murieron a causa de diabetes mellitus (tipo 2) en el año 2011.
Aunque esta enfermedad es una de las prioridades que atiende el sistema de salud pública, representada en encuestas nacionales, a la fecha no existen datos oficiales en torno a su prevalencia en comunidades indígenas del país.
El trabajo del investigador se ha enfocado en grupos de las etnias pima, seri y yaqui del estado de Sonora, motivado por descubrir la interacción entre la predisposición genética y el estilo de vida, hacer un diagnóstico de la magnitud de estas enfermedades y sus principales determinantes, así como un estudio comparativo en un periodo de tiempo determinado.
El investigador, adscrito al Departamento de Nutrición Pública y Salud del CIAD, y responsable de la Unidad de Investigación en Diabetes, explica a la Agencia Informativa Conacyt que en el año 1991 realizaron un primer estudio en dos grupos genéticamente relacionados: una comunidad pima que habita en el estado de Sonora y otro grupo pima estadounidense en Arizona.
El estudio realizado en 1991, en coordinación con un grupo de investigadores del Instituto Nacional de Salud Pública (NIH, por sus siglas en inglés) de Estados Unidos, localizado en Phoenix, Arizona, y financiado por el Instituto Nacional de Diabetes, Enfermedades Digestivas y Renales del NIH, evaluó la influencia de la dieta y la actividad física como parte del estilo de vida de ambos grupos indígenas sobre la prevalencia de obesidad y diabetes mellitus.
A decir del investigador, en ese tiempo no estaba muy claro qué era más importante, si la genética o el estilo de vida, por lo que esa fue la pregunta de investigación, considerando que ambos grupos tenían el mismo origen, compartían la misma genética y vivían en ambientes muy contrastantes.
En entrevista, Julián Esparza Romero detalla que tras evaluar la dieta y actividad física de las dos comunidades, se observó que en poblaciones genéticamente predispuestas el desarrollo de enfermedades como la obesidad y la diabetes puede estar determinado por circunstancias relacionadas con el estilo de vida.
Observaron que la comunidad pima de Sonora se encontraba en un ambiente protector para muchas enfermedades crónicas; por ejemplo, sus integrantes realizaban mucha actividad física —principalmente en la agricultura— y consumían una dieta baja en grasa y alta en fibra, lo que llaman “una dieta protectora”.
En tanto, la prevalencia de diabetes en el grupo de Estados Unidos era mayor, producto del sedentarismo y la alimentación con alto contenido calórico, principalmente de grasas saturadas y bajo consumo de fibra.
En este estudio preliminar, los pimas mexicanos se compararon con el grupo de pimas de Arizona pareados por edad y sexo. Se encontró que el índice de masa corporal y el nivel de colesterol en el grupo mexicano era menor que en el grupo de Estados Unidos. Solo dos mujeres (equivalente a 11%) y un hombre (6%) de los mexicanos presentaron diabetes mellitus, mientras que en los estadounidenses la prevalencia fue de 37 y 54% entre mujeres y hombres, respectivamente. Estos resultados fueron publicados en la revista especializada Diabetes Care en 1994.
Más investigación
En el año 1995 se realizó un segundo estudio comparativo transversal entre los pimas de Maycoba y los pimas de Arizona, pero también analizando dos grupos no relacionados genéticamente, pimas y no indígenas de la comunidad de Maycoba, en el municipio de Yécora, Sonora, y que vivían en ambientes similares.
Los resultados comparativos de diabetes y obesidad fueron publicados en el año 2006 en Diabetes Care, mostrando diferencias en la prevalencia de diabetes mellitus ajustada por edad y sexo de los pimas de Maycoba de 6.9%, en comparación con 38% de los pimas de Arizona y de solo 2.6% en no pimas mexicanos. En tanto que la prevalencia de obesidad para pimas y no indígenas mexicanos fue de 13 y 19%, respectivamente, mientras que para los pimas de Arizona fue de 69%.
“También evaluamos la actividad física y la dieta. Encontramos que en la comunidad pima mexicana el gasto energético era mayor, producto de la intensa actividad física que desarrollan, como labores de agricultura para el autoconsumo, comparado con una actividad muy sedentaria de la comunidad pima de Estados Unidos. En cuanto a la dieta, la de aquí era protectora con alto consumo de fibra y baja en grasas, que son factores importantes que se han asociado con la obesidad y enfermedades crónicas”, detalla.
Y es que la mayoría de los pimas de Arizona que estudiaron tenía acceso a vehículos como medio de transporte, usaban máquinas para realizar el trabajo de campo y adquirían sus alimentos en supermercados. Asimismo, su patrón de alimentación se constituía por un consumo alto de grasas y de carbohidratos simples y bajo contenido de fibra.
Estudio del caso mexicano
El doctor Esparza Romero, miembro nivel I del Sistema Nacional de Investigadores (SNI), relata que el interés por conocer la evolución de estas enfermedades en las comunidades indígenas mexicanas los llevó a emprender un nuevo estudio quince años después.
El propósito era analizar el impacto en la salud que tuvieron los cambios en la comunidad de Maycoba, entre ellos la apertura de una carretera (que se dio cuando iniciaron la investigación de 1995), lo que ha permitido el uso de automóviles; la instalación de infraestructura de electricidad y la red de agua potable, que ha promovido el aumento en el número de tiendas y con ello la oferta de productos industrializados que pueden ocasionar un cambio en los hábitos alimenticios, y la televisión, servicio de telefonía satelital e Internet.
“Consideramos que era importante evaluar el efecto de esos cambios en la prevalencia de diabetes. Así fue que decidimos elaborar una nueva propuesta con el mismo grupo de trabajo para comparar los datos obtenidos en 1995 en Maycoba con las condiciones prevalecientes en el año 2010, para conocer si los cambios que se dieron en la comunidad afectaron la prevalencia de diabetes y obesidad”, enuncia.
“El proyecto Maycoba”, como se le denominó, estudió la importancia de los factores genéticos y ambientales en el desarrollo de la obesidad y la diabetes tipo 2 en los pimas y no indígenas, basándose en la premisa de que los cambios en el ambiente o estilo de vida aumentarían la prevalencia en el grupo indígena debido a su mayor susceptibilidad genética.
No obstante, en el estudio se encontró que la prevalencia de diabetes aumentó de forma importante en los hombres no indígenas, y que en los varones pimas no creció. En el caso de las mujeres hubo un aumento de manera similar en ambos grupos, lo cual se atribuye a que comparten las mismas actividades, como el trabajo de hogar.
Fue así que la prevalencia de diabetes ajustada por edad y sexo aumentó 1.3 veces en los pimas, en comparación al incremento de 3.8 veces en el grupo de los no indígenas.
“Fue un hallazgo muy importante porque por un lado vemos que quien estaba absorbiendo los cambios no favorables era el grupo no indígena, porque en el estudio de 1995 no encontramos ningún caso de diabetes en los hombres no indígenas y ahora fue el grupo con la prevalencia más alta”, indica.
El doctor en epidemiología por la Universidad de Arizona dice que explican dichos cambios a que la comunidad pima sigue trabajando la agricultura de forma tradicional porque no hay industria que les haya permitido cambiar de actividad.
Los resultados fueron publicados en 2015 en Diabetes Care y fue seleccionado por la revista para que el doctor George A. Bray, uno de los más importantes estudiosos de la obesidad, escribiera un editorial sobre el estudio. En este resalta que es una de las pocas investigaciones que ha analizado los cambios que se dan en las comunidades y que obtiene conclusiones sobre este tipo de enfermedades.
Colaboración de Ana Luisa Guerrero, corresponsal de la Agencia Informativa Conacyt
Ir al artículo original: http://bit.ly/1TXYGe2