Sonora tiene potencial para explotar a mayor escala la actividad vitivinícola, y es por ello que Fundación Sonora, en coordinación con el Centro de Investigación en Alimentación y Desarrollo (CIAD) y el Instituto Nacional de Investigaciones Forestales, Agrícolas y Pecuarias (Inifap), buscan ejecutar proyectos para impulsar esta industria en la entidad.
Durante un tiempo en Sonora se desarrolló la producción de uvas para vino en la Costa de Hermosillo, pero, finalmente, las empresas abandonaron esta actividad. Sin embargo, actualmente los ingenieros Carlos Moreno Falcón (Fundación Produce) y Gustavo Sussarrey Galaviz (Uvas de Altura) realizan esfuerzos para convertir a Sonora en el principal productor vitivinícola del país.
Con el apoyo del Inifap, desde 2008 los emprendedores buscaron terrenos idóneos en Sonora para la producción de uva de vino, y encontraron que en el municipio de Cananea existen las condiciones propicias de clima, suelo y altura para cultivar esta semilla, muy similares a las del Valle de Calafia, Baja California, de tal suerte que en esta localidad han logrado sembrar con éxito alrededor de doce variedades de uva, entre las que destacan Malbec, Chardonay, Cariñan, Garnacha, Syrah y Camermere, entre otras.
Asimismo, a través del Programa de Estímulos a la Innovación, en 2014, el CIAD asistió a los productores con estudios analíticos para identificar levaduras específicas en la piel de la uva, con el propósito de lograr una fermentación que le brindara características únicas de sabor al vino que se buscaba producir.
Hacia un nuevo mercado
En días pasados, Gabriela Ramos Clamont Montfort, titular de la Coordinación de Ciencias de los Alimentos del CIAD, encabezó una reunión en la que un grupo de investigación de esta institución, junto con representantes de Fundación Sonora y Uvas de Altura, se analizó la posibilidad de ampliar el alcance de la actividad vitivinícola a través de la explotación de sus subproductos y de la promoción turística de esta región de la entidad sonorense.
Ramos Clamont Montfort explicó que de la vinificación se desprenden compuestos que, actualmente, son objeto de investigación a nivel mundial por los beneficios que brindan a la salud humana; destacan antioxidantes como las antocianinas y el resveratrol, conocidos popularmente por sus virtudes “antienvejecimiento”. Respecto a estos, la investigadora del CIAD, Irasema Vargas Arispuru, colaborará junto con Fundación Sonora en un proyecto a través del cual se busca determinar la capacidad antioxidante de los subproductos de la elaboración del vino.
Nuevos horizontes
Por su parte, el profesor investigador del CIAD, Alfonso García Galaz, adoptó el compromiso de iniciar el aislamiento de bacterias lácticas en los subproductos del vino, las cuales pudieran tener efectos probióticos o contribuir a las características del producto.
Con base en su experiencia en el análisis de los compuestos aromáticos del bacanora, la profesora Ana Isabel Valenzuela Quintanar planteó la propuesta de realizar estos estudios en los vinos para detectar los elementos que le brindan las características de sabor a sus bebidas.
Por último, las investigadoras de la Coordinación de Desarrollo Regional del CIAD, Patricia Salido Araiza y Migdelina López Reyes, expertas en el estudio de la promoción turística como motor del desarrollo económico, atendieron la invitación de la Fundación Sonora, quien tiene interés de promover estrategias que destaquen la faceta del turismo que está ligada naturalmente a la actividad vitivinícola, con el objetivo, a mediano y largo plazo, de diseñar una ruta del vino Arizona-Sonora.
Se estima que, con la cosecha del presente año, Fundación Sonora produzca noventa mil botellas de vino de diferentes variedades de uva. El próximo 18 de octubre la empresa presentará la propuesta formal de colaboración con el CIAD ante el Programa de Estímulos a la Innovación del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt) para buscar consolidar, en una primera fase, la propuesta desarrollada por la científica Irasema Vargas Arispuru.