Los “pajaritos” son unos pequeños peces comestibles que forman parte de la tradición culinaria de Mazatlán y del sur de Sinaloa. Su preparación es muy simple, ya que sólo hace falta limpiarlos y freírlos en un sartén con aceite bien caliente, para luego acompañarlos con salsa de tomate, frijoles y tortillas.
Los “pajaritos” son un manjar, pero como sucede con muchas cosas buenas del mar, los seres humanos han acabado con ellos. Tal como lo explica Héctor Plasencia González, investigador del Centro de Investigación en Alimentación y Desarrollo de Mazatlán (CIAD), la pesca del “pajarito” solía realizarse de manera sencilla entre abril y mayo. Sólo hacía falta esperar el atardecer, saber usar la atarraya y dirigirse a una zona tranquila, como la pequeña bahía arenosa que se ubica al noroeste del lado protegido de la Isla Venados o en Cardones, para encontrar grandes cardúmenes de “pajaritos” atraídos instintivamente por la luz de las lámparas.
Lamentablemente, dice Plasencia, desde 2012 la pesca del “pajarito” ha disminuido sustancialmente debido a diversos factores, entre los que destacan:
1. La pesca no regulada
El único límite para la pesca de los “pajaritos” es la capacidad de carga de las pangas, que es de entre una y dos toneladas. La demanda ha hecho de los “pajaritos” una especie sobreexplotada, ya que se le pesca en épocas de mayor vulnerabilidad. De acuerdo con la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), una estrategia de remediación consistiría en aplicar medidas de conservación del recurso a través de una pesca responsable y vedas espaciales y temporales que protejan su apareamiento y reproducción.
2. El cambio climático
Debido a la variabilidad atípica en las temperaturas de las aguas marinas costeras, y de acuerdo con la propia experiencia de los pescadores, los “pajaritos” han migrado a zonas en las que el agua está más caliente, como el Canal de Navegación, cerca de la termoeléctrica, a donde acuden los pescadores del Parque Bonfil para capturarlos. A pesar de tenerlos ubicados, los pescadores afirman que ya no se forman los grandes cardúmenes, por lo que ahora se pescan con redes de cuchara. Si a esto se suma que la pesca se realiza en meses como noviembre y diciembre, se tiene como resultado la disminución de los volúmenes de captura.
3. El factor económico
En los tiempos de bonanza los pescadores de “pajaritos” sacaban la lancha llena de estos peces. El precio de una cubeta de “pajaritos” (unos 16 kilogramos) era de veinte pesos. En 2017, al escasear este producto, el precio subió hasta 120 pesos por kilogramo; es decir, que una cubeta podía venderse en casi dos mil pesos.
Este año surgió la esperanza de que el “pajarito” hubiera regresado, ya que a partir del 19 marzo los pescadores ya los tenían entre sus redes, aunque en un volumen menor al de otros años; apenas se juntaban entre tres y cinco kilogramos y ya estaba a la venta en el embarcadero de la Isla de la Piedra. Luego, simplemente el “pajarito” se esfumó.
De acuerdo con los expertos, si los mazatlecos quieren seguir disfrutando de los “pajaritos”, la estrategia para la protección y recuperación de sus poblaciones naturales sería decretar una veda espacio-temporal por unos años y, mediante una labor de seguimiento, control y vigilancia constantes, reconocer cuando la biomasa y la productividad de este recurso alcance el nivel deseable. De la misma forma se tendrá que regular la pesquería mediante el otorgamiento de un número limitado de permisos, con sus respectivas cuotas de captura, y reemplazar las atarrayas por cucharones que no afectan los sustratos de algas y las zonas donde los “pajaritos” depositan sus huevos. Todo esto contribuirá al desarrollo de una pesquería sustentable.
El manjar del mar
Los “pajaritos” son peces de hábitos epipelágicos, es decir, viven en la superficie de los mares tropicales y subtropicales, aunque algunos pueden habitar o penetrar en sistemas lagunares-estuarinos y ríos.
Para el Pacífico Oriental Tropical se tienen registradas siete especies, de las cuales cinco están presentes en las costas de Sinaloa.
En la Bahía de Mazatlán se pescan tres especies: Hemiramphus saltator, la cual es la más rara y grande (hasta 55 cm de longitud total), y dos especies más pequeñas: Hyporhamphus rosae (20 cm) e Hyporhamphus naos (25 cm).
La longitud de los “pajaritos” fluctúa entre los 55 y 20 cm, su coloración es verde o azul oscuro en la parte del lomo y plateado en los costados de la cabeza y del cuerpo y blanco en el vientre. Esta coloración es un tipo de camuflaje conocido como contracoloración o contrasombreado (Ley de Thayer) que tiene como efecto confundir con el entorno a sus depredadores y presas.
Algunas especies ponen los huevos unidos por filamentos que se adhieren en las algas flotantes, mientras que otras son ovovivíparas.
Los “pajaritos” también son utilizados como carnada para otras pesquerías de importancia comercial de grandes depredadores como picudos (marlines y velas).
Héctor Plasencia González es maestro en ciencias e investigador asociado del Laboratorio de Ictiología y Biodiversidad de la Coordinación Mazatlán del CIAD.
Fuente: Reportaje especial del periódico Noroeste / http://bit.ly/2wEIVQM