La epidemia del tabaquismo: la suma sigue
A propósito del día mundial sin tabaco, que se conmemora el 31 de mayo, compartimos algunos datos sobre el tabaquismo como problema de salud pública.
El tabaquismo constituye el principal problema de salud pública prevenible en los países desarrollados. Es, además, la principal causa de mortalidad evitable en todo el mundo. Anualmente mueren ocho millones de personas por enfermedades relacionadas al consumo del tabaco (una persona cada cuatro segundos), de las cuales, 1.2 millones no fueron fumadores activos sino pasivos; es decir, estuvieron expuestos a humo del cigarro.1 Se estima que en este año el tabaco sea la causa del 12% de todas las muertes a nivel mundial2. Por ello, es necesario prevenir su consumo en la población, en especial entre los más jóvenes.
En el mundo, la edad de inicio del consumo de cigarros es a los 13 años, mientras que, en México, datos de la Encuesta Nacional de Consumo de Drogas, Alcohol y Tabaco 2016-2017 señalan que es a los 14.3 años, con un promedio de 5.8 cigarros por día y una prevalencia global de tabaquismo en adolescentes del 4.9% (mujeres 3% y hombres 6.7%). Estas cifras se deben disminuir para evitar que el tabaquismo cree una adicción y se mantenga hasta la edad adulta.3
La Encuesta Nacional de Consumo de Drogas, Alcohol y Tabaco 2016-2017 señala que el 20.1% de los adultos con edades entre los 18 y 65 años son fumadores actuales de tabaco, de los cuales el 31.3% son hombres y 9.8% mujeres. El producto más común es el cigarro convencional, que adquieren principalmente en tiendas de abarrotes o supermercados. Se consume un promedio diario de 7.8 cigarros en el caso de los hombres y 6.4 en las mujeres y se fuma más en las zonas urbanas que en las rurales. Llama la atención y a la reflexión que el 98.5 % de los fumadores conoce las consecuencias tóxicas del tabaco y reconoce que causa enfermedades graves como cáncer y enfermedades respiratorias. Sin embargo, menos del 15% está dispuesto a abandonar este hábito, y es que la nicotina es una droga legal tan adictiva como la cocaína y la heroína.4
La nicotina es el principal componente activo del tabaco y es una droga psicoactiva estimulante que induce tolerancia y dependencia química con un fuerte poder adictivo. Lo mismo aplica para los cigarros electrónicos en los que el líquido que se les agrega también tiene nicotina. En tan solo siete a diez segundos ésta llega al cerebro y aumenta la liberación de dopamina, que genera la sensación de placer y estado de alerta, pero el efecto desaparece a los pocos minutos, por lo que se requiere seguir fumando.5 Además de la nicotina, el humo del tabaco contiene más de siete mil compuestos, de los cuales varios son tóxicos y al menos 69 son carcinogénicos.
La exposición al humo del cigarro se relaciona con el desarrollo de enfermedades de vías respiratorias, diversos tipos de cáncer y enfermedades cardiovasculares.6 En 2016, la enfermedad pulmonar obstructiva crónica (EPOC) se ubicó dentro de las diez primeras causas de mortalidad hospitalaria en el Instituto de Seguridad y Servicios Sociales de los Trabajadores del Estado (ISSSTE) y en Sonora causó 388 defunciones (tasa de 15.5 por 100 mil habitantes). En ese mismo año, se registraron en el país 6,717 casos de tumor maligno de tráquea, bronquios y pulmón, acentuándose en las edades de 15 años en adelante.
El monóxido de carbono del humo del tabaco y la nicotina alteran la pared interior de los vasos sanguíneos al ocasionar pequeñas erosiones que favorecen la formación de placa. Esta es la acumulación de sustancias que se encuentran en la sangre, como lipoproteínas y colesterol. A medida que pasa el tiempo, la placa se endurece y obstruye el flujo de sangre. Además, la nicotina provoca un aumento de la presión arterial, lo que lleva a que el corazón trabaje más.7
El tabaquismo está relacionado también con otras afecciones como resistencia a la insulina, diabetes, deterioro de la función renal y obesidad. En la mujer se asocia, además, con osteoporosis y adelanto de la menopausia.5,7
El consumo de tabaco no solo afecta la salud de los fumadores, sino también la economía de sus familias y supone además un gasto de atención por el sector salud.
El costo que el tabaquismo representa para las instituciones públicas de salud es muy alto. Ejemplo de ello es la atención anual de un paciente con infarto agudo al miocardio en una delegación del ISSSTE, que costaba en promedio 301,789 pesos, mientras que el cáncer de pulmón atendido en el Instituto Nacional de Cancerología de México tiene un costo promedio al año de 1’073,191 pesos. Además, los costos de atención médica del infarto agudo de miocardio, enfermedad cerebrovascular, enfermedad pulmonar obstructiva crónica y cáncer de pulmón se estiman en 43,000 millones de pesos.8
El gasto adicional innecesario del tabaquismo evita que este recuso se destine a otras necesidades prioritarias en los hogares. Por ello, se requiere de políticas públicas estrictas y estrategias que ayuden a disminuir lo más posible este problema.
En el informe sobre la epidemia mundial de tabaquismo se reportan progresos desde que se adoptó el Convenio Marco de la Organización Mundial de la Salud (OMS) para el Control del Tabaco en el 2003. Se han afrontado muchos retos y se han vencido obstáculos, tanto de la industria tabacalera como políticos. Así, se ha logrado proteger a cinco mil millones de personas en el mundo, con al menos una medida de control del tabaco, tres mil novecientos millones más que en el 2007. Sin embargo, todavía queda trabajo por hacer para evitar los riesgos del daño que causa el consumo de tabaco a la salud y la economía.1
Las estrategias globales de la OMS, para el control del tabaco que han mostrado ser eficaces son: vigilar su consumo y las políticas de prevención, proteger a la población del humo del tabaco, ofrecer ayuda para dejar de fumar, advertir sobre los peligros del tabaco. También, hacer cumplir las prohibiciones de publicidad, promoción y patrocinio del tabaco, además de aumentar los impuestos al tabaco.1 Si bien se reconoce el trabajo y compromiso realizado por el gobierno, las fallas persisten en el control de los medios de comunicación y ambientes libres de humo. Hay, también, prácticas de enganche no cuantificadas, comentadas por los jóvenes, como la distribución gratuita de cigarros en eventos masivos.
Todo lo anterior pone de manifiesto la problemática compleja y, en algunos aspectos, poco explorados del hábito de fumar, importante factor de riesgo a controlar para lograr y conservar una buena salud individual y poblacional.
Colaboración de María del Socorro Saucedo Tamayo y Adriana Verónica Bolaños Villar, investigadoras de la Coordinación de Nutrición del CIAD
Referencias
- OMS (Organización Mundial de la Salud. Tabaco). 2019. Disponible en: https://www.who.int/es/news-room/fact-sheets/detail/tobacco (consultado el 26 de mayo de 2020).
- OMS-OPS (Organización Mundial de la Salud-Organización Panamericana de la Salud). 2020. Situación del tabaco en México. Disponible en: https://www.paho.org/mex/index.php?option=com_content&view=article&id=96:situacion-tabaco-mexico&Itemid=387 (consultado el 22 de mayo de 2020).
- Instituto Nacional de Psiquiatría Ramón de la Fuente Muñiz, Instituto Nacional de Salud Pública, Comisión Nacional Contra las Adicciones, Secretaría de Salud. 2017. Encuesta nacional de consumo de drogas, alcohol y tabaco 2016-2017: Reporte de tabaco. Ciudad de México, México: INPRFM.
- OPS/INSP (Organización Panamericana de la Salud/Instituto Nacional de Salud Pública). 2017. Encuesta Global de Tabaquismo en Adultos. México 2015. Cuernavaca, México: OPS/INSP.
- Messanna, L., Manresa, N., Castro Ortega, M. y Hernández, Y. 2010. Tabaquismo como factor de riesgo de enfermedades crónicas. Horiz Enferm. 21:55-62.
- Fernández González, E.M., Figueroa Oliva, D.A. 2018. Tabaquismo y su relación con las enfermedades cardiovasculares. Rev Haban Cienc Méd. 17:225-235.
- Reyes-Méndez, C., Fierros-Rodríguez, C., Cárdenas-Ledesma, R., Hernández-Pérez, A., García-Gómez, L. y Pérez-Padilla, R. 2019. Efectos cardiovasculares del tabaquismo. Neumol Cir Torax. 78:56-62.
- Reynales Shigematsu, L.M., Thrasher, J.F., Lazcano Ponce, E. y Hernández Ávila, M. 2013. Salud pública y tabaquismo, vol. I. Políticas para el control del tabaco en México. Cuernavaca, México: INSP.