La lluvia, el mosquito y yo: crónicas de un verano anunciado
Las primeras gotas de agua de la temporada anuncian el inicio del monzón de verano y las tan esperadas lluvias que aminoren los efectos del calor extremo en nuestra región (¡y luego la temporada de huracanes!). Estas precipitaciones benefician a este ecosistema árido y brindan bienestar en una época en la que de forma aguerrida las poblaciones que habitan este desierto sonorense persisten.
Con los aguaceros, la temperatura baja, la humedad aumenta y la disponibilidad de agua en charcos, baldíos, contenedores de tamaños diversos (sí, esos que dejamos las personas por todos lados), permiten que los mosquitos proliferen, como un ejército listo para darnos batalla. Los mosquitos requieren del agua para completar su ciclo de vida, ya que depositan sus huevecillos en ella, y ahí se convierten de larva a pupa, y luego en mosquito macho o hembra adultos; incluso en menos de una semana, si las temperaturas son altas. Posteriormente, la hembra hematófaga buscará su fuente de alimentación principal para la puesta de huevecillos, la sangre humana. Esto es fastidioso por la irritación local en la piel después de la picadura; sin embargo, el principal problema está en la transmisión de enfermedades.
Estos mosquitos han tenido un gran éxito en mantenerse en ambientes cercanos a las personas porque hay determinantes que favorecen su persistencia, entre ellos nuestra conducta. Los recipientes que acumulamos y no se descartan apropiadamente (de todas formas y tamaños, como botes, macetas, llantas, y hasta una tapa de botella), permiten almacenar agua y que el mosquito complete su fase acuática. Una característica importante es la alta resistencia a la sequía que tienen los huevecillos, ya que pueden perdurar de una temporada de lluvias a la siguiente, hasta que el agua es de nuevo disponible; de ahí la vital importancia de inspeccionar nuestros patios después de una lluvia, o no almacenar agua en depósitos sin tapadera o lavarlos regularmente. Ya en su vida adulta, el mosquito buscará permanecer en lugares oscuros o con sombra, más húmedos y frescos en la casa (gustan de una temperatura entre 26 y 34 ºC, ¿y quién no, en nuestros veranos extremos?), donde descansarán hasta que requieran alimentarse, generalmente temprano por las mañanas y al atardecer.
Los mosquitos, en general, son insectos que tienen un papel importante en los ecosistemas; sin embargo, desde el punto de vista de la salud pública, algunas especies son de interés porque participan en la transmisión de virus que ocasionan enfermedades a las personas. Aedes aegypti es un mosquito vector que se ha adaptado con éxito a las condiciones de las ciudades, incluso en ambientes climatológicos adversos e inhóspitos como las zonas áridas. Se trata deun mosquito cosmopolita, principalmente urbano, que le gusta el agua limpia, y ha sido el responsable de varios brotes de dengue en las últimas décadas. Asimismo, aunque es un “mosquito de ciudad”, su presencia se está haciendo cada vez más frecuente en zonas rurales, aumentando el riesgo de transmitir enfermedades como el dengue a poblaciones que tienen menor acceso a servicios de salud.
El dengue es una enfermedad viral de interés mundial ocasionada por un flavivirus. Se estima que pueden presentarse entre 100 y 500 millones de infecciones al año, y que pueden ser hasta 100 millones con manifestaciones clínicas. Esta cifra seguirá en crecimiento, ya que el cambio climático tendrá un efecto marcado en ampliar el rango de distribución del mosquito a zonas templadas, antes no afectadas por esta enfermedad, o cambiar patrones de lluvias a fenómenos más intensos para algunas regiones y sequías en otras.
El virus del dengue es un virus de ARN que pertenece a la familia flaviviridae o flavivirus, así como al grupo de los arbovirus (virus transmitidos por artrópodos). Del virus del dengue se conocen cuatro serotipos DENV-1, DENV-2, DENV-3 y DENV-4, además de una diversidad de genotipos que circulan en extensas regiones del mundo (Asia y América entre las más afectadas). La transmisión de este virus se da por la picadura del mosquito hembra a una persona sana o de una persona infectada a un mosquito, y con poca frecuencia por vía materna, o por vía transovárica de la hembra mosquito a su progenie. Este proceso lleva a la aparición de casos, brotes y epidemias en las regiones tropicales y subtropicales y otras donde tenemos la presencia del mosquito vector, la circulación del virus y las condiciones propicias en las personas y su ambiente para ser afectadas en esta triada.
El dengue puede cursar como una enfermedad asintomática o manifestarse como padecimiento febril altamente incapacitante (fiebre, erupción en la piel y dolor muscular, articular, de cabeza y ojos) y en algunos casos puede complicarse hasta desarrollar dengue grave (choque, dificultad para respirar y hemorragias) y poner en riesgo la vida. El tratamiento para el dengue es paliativo de sus signos y síntomas; no existen antivirales específicos, ni tampoco vacunas de amplio uso. Dengvaxiaâ es una vacuna aprobada en algunos países que tiene aplicación limitada a población que ya cursó con la enfermedad. En México se ha autorizado su uso y se espera que pueda emplearse para la disminución de casos graves de la enfermedad de tipo hemorrágico con desenlaces fatales, en personas que se enferman por segunda ocasión y en zonas endémicas con un número elevado de casos.
El dengue se presenta como una enfermedad cíclica que pone en jaque a los sistemas de salud cada tres a cinco años, aunque en las últimas dos décadas se ha vuelto un poco más errática en su presentación. En 2019 se tuvieron 5.2 millones de casos a nivel mundial, cifra récord. Este año el dengue se cierne sobre las regiones sudamericanas del continente de nuevo con un aumento considerable de casos, y para México la tendencia es que tendremos también un número mayor de afecciones en este 2023, por lo que se necesita redoblar las actividades de prevención y control.
Acciones para el control de los mosquitos Aedes aegypti
El control de las poblaciones de mosquitos vectores requiere una activa vigilancia entomovirológica y acciones por parte de las autoridades, tales como mejorar la infraestructura y acceso al agua, manejo de residuos y basura, limpieza en espacios públicos, fumigación o aplicación de larvicidas cuando se detectan casos o brotes. Sin embargo, el papel de las comunidades y personas es vital para asegurar y apoyar que estas medidas sean efectivas.
Esto implica mantener una limpieza de los domicilios (exterior e interior), poner mallas mosquiteras en ventanas y puertas, hacer un uso racional del agua dentro del hogar y no almacenarla en recipientes sin tapadera, disponer adecuadamente la basura en bolsas y contenedores cerrados. Para prevenir la picadura, es conveniente usar repelente, ropa que cubra brazos y piernas, sobre todo si se acude a lugares al aire libre en las horas que tenemos mayor exposición al mosquito. También es importante retirar malezas y cuidar que la vegetación en jardines sea de preferencia de la región o adaptada, y que requiera poca agua para su cuidado; en caso de tener plantas exóticas, vigilar que no se acumule agua en sus macetas.
En el Centro de Investigación en Alimentación y Desarrollo (CIAD) se realizan estudios para evaluar el efecto de la vegetación y otros factores ambientales y sociales en las poblaciones de mosquitos y en la circulación de virus como el dengue. Este es un esfuerzo binacional dentro del proyecto “Building a binational research network to address the role of climate change and the built environments on emerging vector-borne and zoonotic disease threats” a cargo de la profesora investigadora Maricela Montalvo Corral, en colaboración con Kacey Ernst, de la Universidad de Arizona, y con la participación de académicas(os) de ambas instituciones.
En el trabajo de investigación de tesis de maestría en ciencias de Ricardo Vásquez López, dirigida por Montalvo Corral, se encontró que las poblaciones de mosquitos Aedes aegypti se ven influenciados por la cantidad de vegetación de los domicilios que se analizaron y otros aspectos relacionados con las viviendas y prácticas de jardinería. Aún se continúa en el camino de confirmar y encontrar nuevos factores modificables que puedan ayudar al control de la presencia del vector y a disminuir el riesgo de transmisión de dengue y otras arbovirosis en cada verano en nuestra región.
Referencias
Bhatt, S, et al. The global distribution and burden of dengue. Nature. 2013, 496: 504-507. https://doi.org/10.1038/ nature 12060.
Autores(as): Maricela Montalvo Corral, Ricardo Vásquez López y Elizabeth Cárdenas Villegas, Unidad de Investigación en Una Salud, Coordinación de Nutrición del CIAD.