Es temporada de pitahayas (Stenocereus thurberi) y hay que procurar su consumo, pues además de ser un alimento que forma parte de la riqueza cultural y alimentaria de Sonora, es una fruta que tiene propiedades benéficas para la salud humana, además de que su compra favorece la sustentabilidad de comunidades rurales que se dedican a su comercialización.
Mayra de la Torre Martínez, profesora investigadora del Centro de Investigación en Alimentación y Desarrollo (CIAD), explicó que se ha trabajado con el grupo Aaki Nawa (“raíz de pitahaya” en idioma yaqui), de mujeres yaquis, quienes en su planta de alimentos producen un dulce de pitahaya utilizando una receta ancestral con el apoyo de equipos diseñados en el CIAD.
Este dulce, dijo, es un concentrado de pulpa de pitahaya al cual no se le añaden azúcares ni conservadores, al que le quitan gran parte de la semillas, y que contiene 2.4% de proteína, 0.4% de aceites insaturados (linoleico y oleico), los azúcares de la pitahaya y 3.1% de fibra dietaria.
A pesar de que, antiguamente, las artesanas no contemplaban la esterilización de utensilios y frascos contenedores para su elaboración, prácticas que han cambiado gracias a la intervención de expertas del CIAD, la investigadora aseveró que el producto era capaz de conservarse hasta dos años a temperatura ambiente, lo que hace suponer que la pulpa de pitahaya debe contener inhibidores para el crecimiento de microorganismos porque no se “echa a perder”; cuestión que será analizada en futuros proyectos.
De acuerdo a estudios que el CIAD ha realizado en dicho producto, se ha encontrado que todos sus estándares están dentro de normas sanitarias e, incluso, cumplen los requisitos necesarios para buscar su exportación.
Actualmente diez familias de distintos pueblos yaquis (que incluyen a parientes de hasta tercer grado) dependen de la labor de esta empresa. El CIAD, en coordinación con la delegación Sonora de la Comisión Nacional para el Desarrollo de los Pueblos Indígenas, busca impulsar estrategias para ampliar su mercado.
Alimento ancestral con calidad de exportación
Cuando se consume pitahaya de Sonora, dijo, se debe tener presente que se come un fruto completamente orgánico y que las características de su ecosistema le brindan un sabor y propiedades distintos al de otras partes de México.
La experta enfatizó que la pitahaya tiene propiedades antioxidantes, lo cual se atribuye, principalmente, a la presencia de betalaínas que le brindan el color rojo; por ello el fruto representa una alternativa para incrementar y diversificar la ingesta de antioxidantes entre la población de las zonas áridas y semiáridas de México.
De la Torre Martínez recomendó que si se compra pitahaya en la vía pública es necesario prestar atención al estado de madurez del fruto y revisar que su cáscara no esté reventada, para evitar consumir un producto que pudiera haberse contaminado durante su colecta, transporte, manejo y comercialización, y ocasionar infecciones intestinales.