La producción de alimento por acuicultura sostenible: cultivar, nutrir y preservar
La Agenda de Desarrollo Sostenible 2030 plantea 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS); entre ellos, poner fin a la pobreza, al hambre y a la malnutrición y garantizar el acceso universal a la atención sanitaria. La acuicultura constituye una alternativa exitosa y viable para contribuir a la seguridad alimentaria y a la nutrición de las poblaciones con escaso acceso al pescado, así como también se constituye en una oportunidad de obtener ingresos económicos.
De acuerdo con la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO, por sus siglas en inglés), la acuicultura es un medio de vida que brinda la oportunidad para casi 60 millones de personas que trabajan en el sector primario de la pesca (40 millones en la captura y 20.5 millones en la acuicultura). Por lo tanto, la acuicultura seguirá siendo la fuerza motriz que impulsara el crecimiento de la producción pesquera mundial, alcanzándose los 109 millones de toneladas en 2030 (FAO, 2020).
La sostenibilidad de la producción de proteína de pescado, camarón u otros organismos acuáticos por acuacultura para satisfacer el consumo per cápita, que se incrementó de 8.9 a 20 kg de 2017-2019, dependerá de las buenas prácticas de producción que garanticen la obtención sostenible de alimentos, desde la producción hasta su consumo. Para satisfacer las necesidades del mercado en Mexico, aún falta producir más, ya que actualmente se importan filetes de tilapia, basa, así como camarón y salmón.
El océano impulsa los sistemas naturales mundiales que hacen de la Tierra un lugar habitable para el ser humano. La lluvia, el agua potable, el tiempo, el clima, los litorales, gran parte de nuestra comida e incluso el oxígeno del aire que respiramos, los proporciona y regula el mar. Una gestión cuidadosa de este recurso mundial esencial es una característica clave de un futuro sostenible.
No obstante, para producir alimentos de una forma sostenible, es esencial el cuidado de nuestros océanos y evitar la degradación ambiental. En general, ser más eficiente con el uso de los recursos, promoviendo a la vez estilos de vida sostenibles.
A nivel mundial, la pesca y la acuicultura constituyen una fuente vital de alimentos, empleo, recreación, comercio y bienestar económico para las poblaciones de todo el mundo, tanto para las generaciones presentes como para las futuras y, por lo tanto, debería llevarse a cabo de forma responsable. En tiempos de pandemia fue relevante e importante fomentar el consumo de pescado, tanto en materia sanitaria como económica, ya que poseen los atributos ideales para ayudar a revertir el hambre, la malnutrición y la obesidad que aquejan a México. El pescado es rico en proteína, aceites esenciales poliinsaturados omega 3 (DHA y EPA), vitaminas y minerales.
Los esquemas tecnológicos para la producción de tilapia, nombrada coloquialmente “pollo de agua”, han ido evolucionando: de ser extensivos de bajo costo que abastecen de proteína de alta calidad a las poblaciones rurales, se han generado tecnologías muy eficientes de cultivos intensivos, superintensivos e incluso hiperintensivo. En cualquiera de ellos se produce una tilapia que presenta una composición de 19.2%, 2.3% y 0.0% de proteína, grasa y colesterol, respectivamente, lo que la hace más saludable y alimenticia que la carne de cerdo, aves y res.
La sostenibilidad del cultivo de tilapia está basada en las buenas prácticas de producción que se implementen en su alimentación. En el Centro de Investigación en Alimentación y Desarrollo (CIAD) se realizan propuestas de soluciones científicas para responder a las demandas del sector acuícola, como el desarrollo de la biotecnología de especies nuevas de alto valor nutricional, la cual contribuye a los ODS para una mejor producción y mejor nutrición, transitando desde un enfoque tradicional a un enfoque ecosistémico de la acuicultura.
La producción por acuacultura está en continuo crecimiento. México no es la excepción y ocupa el séptimo lugar en camarón; el 80% de la producción nacional es en los estados de Sonora, Sinaloa y Nayarit. Lo anterior es en respuesta ante una creciente población global, que está prevista que alcance los 8,500 millones en 2030, 9,700 en 2050 y 11,200 en 2100. Si estas tendencias continúan, el crecimiento de la población y la búsqueda de dietas más ricas habrán de requerir que dupliquemos la cantidad de producción de alimentos y cultivos que tenemos para el 2050.
Desde hace dos décadas, en el Laboratorio de Nutrición y Planta de Alimentos de la Coordinación Regional Mazatlán del CIAD nos enfocamos en la búsqueda de la sostenibilidad y sustentabilidad de la acuacultura. Se han desarrollado múltiples proyectos y actualmente trabajamos en proyectos tales como el Fomix NAY-2018-01-02-130685 “Desarrollo de un modelo productivo novedoso para el incremento de la competitividad y rentabilidad en sistemas de cultivo extensivo de tilapia en Nayarit”, así como para un Fordecyt-Adesur 292474 “Estrategias multidisciplinarias para incrementar el valor agregado de las cadenas productivas del café, frijol, mango, agave mezcalero y productos acuícolas (tilapia) en la región Pacífico-Sur a través de la ciencia, la tecnología e innovación”, en los estados de Guerrero, Chiapas y Oaxaca, directamente con los productores del sector social. Ambos proyectos se enfocan en la utilización de los subproductos pesqueros y agroindustriales que son incluidos en la alimentación de la tilapia y el camarón, como opción de una economía circular. Necesitamos encontrar un equilibrio entre producir más alimentos y mantener el planeta para las generaciones futuras.
Colaboración de Crisantema Hernández González, investigadora de la Coordinación Regional Mazatlán del CIAD.