Las milpas hidalguenses bajo el microscopio del CIAD
El maíz es el cultivo más importante en México por su tradición en la alimentación nacional, e Hidalgo ocupa el doceavo lugar en la producción de este cereal. Normalmente estamos familiarizados con los grandes campos de monocultivo industrializado donde se utilizan maíces mejorados por cruzas llamados híbridos. Las semillas se compran a grandes compañías y son cultivadas con riego y agroquímicos. Sin embargo, en Hidalgo el 75% del área de cultivos corresponde a maizales en tierras de temporal. Muchas de estas pequeñas parcelas son milpas, es decir, sistemas de policultivo que se mantienen con prácticas ancestrales. Se siembran maíces nativos (criollos), junto con frijol, calabaza o chile; también crecen hierbas comestibles (quelites). Se permite la presencia de animales como ganado e incluso insectos, que muchas veces también son comestibles. Además, cada milpa es diferente, dependiendo del clima, la cultura y tradiciones de cada región. Como se ve, las milpas son sistemas productivos con gran complejidad cultural, ecológica y genética.
Las milpas se han estudiado para entender cómo se mantienen sanos sus cultivos sin riego ni agroquímicos y parece ser que los microorganismos juegan un papel muy importante; estos se encuentran en el suelo de milpas y se asocian a las plantas; por ejemplo, en sus raíces. Las interacciones entre microorganismos y plantas son muy complejas: las plantas deben generar alimento desde sus raíces (llamados exudados) para atraer a las bacterias benéficas; una vez ahí, estas bacterias protegen a las plantas de microorganismos que causan enfermedades y a la vez le ayudan a captar agua, nutrientes del suelo y hasta nitrógeno del aire.
Investigaciones recientes han mostrado que en las milpas existen funciones benéficas de las bacterias que no habían sido observadas en maíces híbridos ¿Será que las funciones benéficas de los microorganismos están afectadas por las prácticas intensivas de la agricultura industrial? Tal parece que sí. En un monocultivo se les exige a las plantas una productividad extraordinaria ciclo tras ciclo; entonces, la planta tiene que obtener energía extra para generar más mazorcas con un mayor tamaño y granos más llenos y pesados. Como dice el dicho, “destapa un santo para tapar otro”, y sacrifica la producción de exudados, el alimento de los microorganismos en las raíces. Perder a sus microorganismos sería muy perjudicial para la planta, pero el riego, fertilizantes y pesticidas sustituyen las funciones de los microorganismos. No obstante, a largo plazo estas plantas se vuelven más susceptibles a enfermedades y plagas y más dependientes de agroquímicos y del riego excesivo.
En la Unidad Regional Hidalgo del CIAD se desarrollan proyectos que tienen la finalidad de entender las funciones benéficas de los microorganismos en la milpa a nivel molecular y ecológico. Se busca destacar la importancia de las prácticas tradicionales y promover el diálogo entre científicos y productores de milpas para mejorar su productividad, preservar su biodiversidad y generar un impacto económico regional. Son tareas muy complejas, pero indispensables para afrontar retos como el cambio climático, el abandono de la agricultura tradicional debido a la migración, el deterioro de los suelos y la prevalencia de enfermedades humanas relacionadas a la mala nutrición.
Por ejemplo, en un proyecto de colaboración entre el CIAD Hidalgo y la Universidad de Leeds (Reino Unido), apoyado por el Consejo de Ciencia, Tecnología e Innovación de Hidalgo (Citnova) y British Council, codirigido por la profesora Mayra de la Torre, se encontró que los maíces nativos de zonas áridas de Hidalgo tienen una tolerancia a la sequía extraordinaria, comparada con maíces híbridos. Además, los microorganismos asociados mejoran tolerancia a sequía de otros maíces no tolerantes. Este descubrimiento tiene gran impacto para afrontar el cambio climático.
En un proyecto liderado por la académica Rosina Cabrera Ruiz se encontró en suelos de milpas una bacteria llamada Amycolatopsis, que tiene la capacidad de impedir el desarrollo de Fusarium, un hongo responsable de grandes pérdidas en cultivos de maíz a nivel mundial. En otro estudio de la misma autora, apoyado por el Consejo Nacional de Ciencia y tecnología (Conacyt), se detectó contaminación con el herbicida glifosato en los suelos de cultivo y agua de riego de Hidalgo y se propuso que en la milpa se podía aprender estrategias para sustituir a este herbicida o microorganismos para biorremediación de los suelos.
En un proyecto más reciente del investigador Jorge Rocha Estrada se encontró que las semillas de maíces nativos contienen en su interior una colección natural de microorganismos que se liberan durante la germinación. Estas comunidades microbianas son muy abundantes y diversas y tienen una gran capacidad de inhibir la invasión de bacterias externas. En cambio, en los maíces híbridos estas comunidades son poco diversas y sus propiedades están muy disminuidas.
Finalmente, como parte de un proyecto aprobado por la fundación Ekhagastiftelsen (Suecia), dirigido por el profesor Eneas Aguirre, se están localizando las milpas más saludables del estado para probar una estrategia de trasplante de microorganismos del suelo para mejorar la productividad de las milpas menos exitosas. Este proyecto generará una gran base de datos sobre microorganismos del suelo, sus genes y sus funciones benéficas y su relación con la salud de las plantas a escala regional, desde el Cardonal hasta la Huasteca.
Todos estos proyectos son de ciencia básica, pero son complementados con estrategias transdisciplinarias y acompañamiento técnico en desarrollo de empresas rurales. De hecho, en colaboraciones entre el CIAD Hidalgo y productores de milpas, se han desarrollado proyectos relacionados con la milpa; por ejemplo, un banco de semillas de maíces nativos, reforestación con magueyes y comercialización de aguamiel, entre otros.
En poco más de tres años de abrir nuestras puertas, en el CIAD Hidalgo hemos colocado a la milpa hidalguense bajo el microscopio para entender estos complejos sistemas ecológicos. Esto se ha logrado gracias la ayuda de campesinos que nos enseñan sobre sus milpas, de estudiantes de la región y de instituciones educativas y gubernamentales de Hidalgo.
Colaboración de Jorge Rocha Estrada, Investigador por México comisionado a la Unidad Regional Hidalgo del CIAD.