Las emisiones de dióxido de carbono (CO2) y otros gases de efecto invernadero (GEI) a la atmósfera provienen de tres orígenes: de las actividades antropogénicas (como la quema de combustibles fósiles), de los procesos de fotosíntesis y de la respiración de los ecosistemas, que a su vez son afectados por la variabilidad climática y los cambios de uso de suelo.
En la actualidad, en México no existe información científica en relación al potencial de secuestro de carbono de los ecosistemas del país y sus factores de emisión. Conocer mejor su comportamiento ante los efectos del cambio climático y las actividades antropogénicas podrá proveer herramientas trascendentales para la ciencia y para la elaboración de políticas públicas sobre la mitigación y adaptación ante la variación global del clima, aseveró el investigador Enrico Arturo Yépez González.
Ante esta situación, el grupo de investigación del Departamento de Ciencias del Agua y del Medio Ambiente del Instituto Tecnológico de Sonora (Itson) inició el desarrollo de un proyecto de ciencia básica con el objetivo de analizar la variabilidad temporal de los componentes del intercambio neto de CO2 y agua entre la superficie y la atmósfera, en distintos estados sucesionales del bosque tropical seco. Esto, en función de las entradas intermitentes de lluvia y la variabilidad climática del noroeste de México.
Para ello, los investigadores del Itson instalaron tres torres micrometeorológicas, también llamadas torres de flujo, en diferentes zonas: la reserva privada Monte Mojino, el área de protección de flora y fauna Sierra de Álamos-Río Cuchujaqui –de la Comisión Nacional de Áreas Naturales Protegidas (Conanp)– y en un sitio abandonado.
Estos observatorios, que utilizarán técnicas para la estimación del intercambio neto de CO2 en el ecosistema y vaporación del agua presente en la superficie terrestre, ayudarán a entender los procesos biogeoquímicos básicos y la respuesta al cambio de uso de suelo del bosque tropical seco en su límite norte del continente, explicó Yépez González, líder del proyecto.
“Estos estudios nos permitirán conocer cuándo y cómo el bosque gana o emite CO2, y por lo tanto definir su potencial de secuestro de carbono y los correspondientes factores de emisión tras los cambios de uso de suelo. Son datos difíciles de obtener pero pueden ser muy útiles para proyecciones a escala nacional y reforzar la información que proporciona México en los reportes de cambio climático”, expresó el académico del Itson.
Adicional a lo anterior, estos estudios recientes en México serán un punto de referencia para entender a detalle qué componente del ecosistema, ya sea vegetación o la microbiología del suelo, es más susceptible a los impactos antropogénicos y/o cambios medioambientales.
“El objetivo es saber si es el suelo o la vegetación lo que controla el intercambio de CO2 y qué tan susceptibles son. Es posible detectar la respuesta del bosque seco a los eventos de lluvia o periodos de sequía, lo que permitirá realizar predicciones de los eventos climáticos que podrían suceder en un futuro en aquella zona y reaccionar ante el fenómeno”, expresó el doctor en Ecología y Manejo de Ecosistemas por la Universidad de Arizona, Estados Unidos.
MORTALIDAD DE LAS PLANTAS
Por otro parte, este proyecto ha permitido al también miembro del Sistema Nacional de Investigadores (SNI), nivel II, nutrir una línea de investigación que, en colaboración con su grupo de trabajo y el Instituto de Ecología de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), pretende la identificación de especies susceptibles a determinados eventos climatológicos extremos (heladas o sequías).
“Trabajamos para entender la mortalidad de especies del bosque tropical seco desde el punto de vista ecofisiológico. En este sentido, haremos mediciones puntuales del intercambio de gases a escala de hoja, para conocer cómo los procesos fisiológicos, la fotosíntesis y la transpiración de las especies dominantes y susceptibles al estrés responden a los eventos extremos”, detalló.
El gran objetivo, agregó el especialista, es entender de manera muy mecanicista cuáles son las causas y consecuencias de la mortalidad de plantas después de eventos extremos.
“Al contar con esta información será posible conocer cómo va a responder un ecosistema ante futuros escenarios de cambio climático y nos dará mejor perspectiva para modelar las consecuencias de este fenómeno en –por ejemplo– los almacenes de carbono y posibles cambios en la biodiversidad del ecosistema”, concluyó el entrevistado.
Colaboración de Carmen Báez / Agencia Informativa Conacyt
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