Según datos de la Comisión Nacional para el Desarrollo de los Pueblos Indígenas (CDI), a lo largo y ancho del territorio mexicano existen setenta pueblos indígenas que forman parte de la riqueza cultural e histórica de nuestro país.
Estos grupos étnicos enfrentan poco a poco la extinción debido a que se encuentran en una situación de vulnerabilidad provocada por problemas ambientales que azotan a México y al mundo, como el cambio climático y la pérdida de la biodiversidad, además de que viven en condiciones marginales. La mayoría de las comunidades sigue trabajando en actividades primarias en ranchos, campos agrícolas y como pescadores.
Para exponer esta problemática que sufren los pueblos indígenas, el Centro de Investigación en Alimentación y Desarrollo (CIAD), que forma parte del Sistema de Centros de Investigación del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt), en coedición con la Red Temática sobre el Patrimonio Biocultural de México, publicó el libro Complejos bioculturales de Sonora: pueblos y territorios indígenas.
El objetivo del libro es exponer la crisis ambiental en la que están inmersos los grupos étnicos originarios de Sonora, así como contribuir a los cambios que requieren los actuales sistemas productivos globales y respaldar las acciones para el respeto a los derechos humanos de las comunidades indígenas.
Esta obra se constituye como un trabajo interdisciplinario e interinstitucional en el que participan cinco autores: Diana Luque Agraz, investigadora titular del CIAD; Angelina Martínez-Yrízar y Alberto Burquez, ambos investigadores del Instituto de Ecología de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM); Gerardo López Cruz, investigador del Departamento de Letras y Lingüística de la Universidad de Sonora (UNISON), y Arthur D. Murphy, investigador del Anthropology Department de la Universidad de Carolina del Norte.
En Sonora se localizan siete grupos étnicos originarios: es-pei (cucapá) –en el delta del río Colorado–,tohono o’otham (pápago) –en el desierto de Sonora–, comcaac (seri), yoeme (yaqui), yoreme (mayo), mahkurawe (guarijío) y o’ob (pima), quienes hoy en día aún se identifican a sí mismos como tal, habitan parte de lo que originalmente era su territorio ancestral y conservan su cosmología.
En el libro se trata la problemática contemporánea de los pueblos originarios de Sonora, como lo son problemas de alimentación, educación, salud, empleo, pero principalmente aborda el tema desde la perspectiva de la problemática ambiental, analizando lo que está ocurriendo con los territorios ancestrales, los recursos naturales y la problemática del agua.
A lo largo de sus diez capítulos se presenta el debate teórico sobre la tesis biocultural, oportunidades y dilemas analíticos, así como los procesos de hibridación cultural; el debate sobre la definición de lo que es considerado un grupo indígena y los procesos que vivieron durante el periodo de la Colonia y el Estado mexicano moderno, haciendo énfasis en la territorialidad agraria y la problemática productiva actual. Asimismo, se presenta una evaluación de la vegetación del territorio agrario y se compara con zonas aledañas, además de una descripción de las tendencias del estado de su conservación.
“Lo primero que detectamos en el análisis territorial es el tremendo despojo sistemático desde la época de la colonia. No solo se fueron reduciendo sus territorios, sino que fueron llevados hacia las zonas más escarpadas, en donde hay menos acceso a recursos naturales como el agua o a los recursos del mar”, expuso Luque Agraz, miembro del Sistema Nacional de Investigadores (SNI) nivel I.
Explicó que estas comunidades pasan por un proceso sistemático de exterminio, tanto por enfermedades traídas por personas de otras tierras, hasta guerras y esclavitud, lo que ha llevado a la fragmentación y deterioro de sus territorios. Otro tema presentado en la obra es la extinción de lenguas, pues se estima que para finales del siglo XXI desaparezcan entre un cincuenta y noventa por ciento de las lenguas del mundo, lo que se traduce en un alto grado de riesgo lingüístico.
A pesar de los diversos problemas ambientales, estas comunidades indígenas proveen de servicios ambientales, entre los que destaca la captación de cerca de veinticinco por ciento del agua de todo el país, además de que sus territorios sirven como reservorios fitogenéticos del patrimonio biocultural y que sus conocimientos ancestrales son beneficiosos para el manejo de los recursos naturales.
“Sus territorios tienen menos deterioro de sus recursos naturales por efecto de la ocupación del manejo tradicional y de la presencia de comunidades que están más enraizadas. La presencia de estas comunidades esta incidiendo a favor de la conservación de la biodiversidad y de recursos tan vitales, en un estado donde predomina el desierto, como es el agua”, expresó.
Otro de los temas que toca el libro es el del desarrollo de estos pueblos originarios. A través de investigación documental y del diálogo intercultural ha sido posible determinar el grado de marginación en el que se encuentran los siete pueblos, los cuales además sufren de un desplazamiento generalizado de sus sistemas alimentarios, poniendo en riesgo su autosubsistencia.
A partir de la creación de esta obra se han realizado múltiples talleres en comunidades indígenas de Sonora con el fin de capacitar a las personas y que puedan defender el patrimonio biocultural, así como para el manejo de información en la gestión del desarrollo sustentable de las comunidades.
Colaboración de Ricardo Capilla Vilchis, reportero de la Agencia Informativa Conacyt.