Mango: un manjar para la salud
Si el exquisito sabor del mango no fuera suficiente para convencerte de que es un alimento que debes incorporar a tu dieta habitual, hoy te compartimos valiosa información para que esta temporada aproveches un fruto que está lleno de beneficios para la salud.
El mango (Mangifera indica L.) es un fruto originario del sur de Asia, cuyo cultivo se ha extendido a otros sitios de clima tropical. En 2016, México fue el principal exportador a nivel mundial, así como el quinto productor con casi dos millones de toneladas. Los principales mercados internacionales son Estados Unidos y Canadá, cuya demanda de importación se satisface en su mayoría (aproximadamente 2/3 partes) a partir de mango mexicano, lo cual se tradujo en un valor comercial de aproximadamente 377 millones de dólares en dicho año. Aunque existen múltiples variedades, el mango Ataulfo es la principal de origen mexicano, así como uno de los que destacan por su contenido de fibra soluble, vitamina C, carotenoides y compuestos fenólicos, que confieren su alto potencial antioxidante y varios beneficios en la salud.
Ayuda a regular la digestión
La mayor parte del fruto está compuesta por agua (aproximadamente 84%), además de ofrecer cantidades importantes de fibra que favorece la salud gastrointestinal y general del consumidor. Los compuestos bioactivos, principalmente la fibra, son capaces de ejercer efectos sobre la flora intestinal y proteger al hígado, entre otros. Esto permite mantener un proceso digestivo sano y evitar molestias en este sistema.
Ejerce efectos antidiabéticos
El mango ha sido tradicionalmente restringido en pacientes diabéticos debido a su contenido de azúcares; sin embargo, investigaciones recientes demuestran que sus compuestos fenólicos son capaces de ejercer efectos preventivos y terapéuticos. Por ejemplo, pueden modular el proceso digestivo para hacer más lenta la absorción de glucosa y promover la sensibilidad a la insulina, entre otros.
El mecanismo de acción se da inhibiendo las enzimas alfa-amilasa, así como beta-galactosidasa.
Un fruto cardioprotector
La fibra y micronutrientes del mango son también capaces de ejercer mejoras en los lípidos séricos del consumidor, específicamente, ayudando a mantener la concentración de colesterol y triacilgliceroles dentro de un rango adecuado. Estos efectos se consideran protectores del corazón y sistema cardiovascular en general, ya que alteraciones en ellos se asocian a eventos cardiovasculares isquémicos (conocidos comúnmente como infartos). Sus compuestos fenólicos son capaces de inhibir la lipasa, reduciendo la absorción de lípidos de la dieta.
Mantiene la salud de la piel
En el mango se encuentran también una amplia gama de carotenoides, compuestos que le aportan las características tonalidades amarillas a rojas. El consumirlos de manera regular puede ejercer un efecto protector en la piel frente a radiación UV, gracias a su capacidad de absorberla antes de que las células se dañen. Esto puede contribuir a prevenir enfermedades y mantener una apariencia sana y joven.
Fortalece el sistema inmune
La adecuada ingesta de vitaminas A y C y compuestos fenólicos a partir del mango y otras fuentes, es requerida para mantener el sistema inmune. Sus efectos positivos permiten contrarrestar los procesos de inflamación, al inhibir múltiples genes que la favorecen. El mantener sana la flora intestinal mediante el consumo de mango puede también ejercer efectos sobre este sistema, gracias en parte a que estimula las células inmunitarias localizadas en colon, contribuyendo así a neutralizar posibles patógenos antes de que sean capaces de generar una infección.
Efectos anticáncer
Los micronutrientes del mango pueden ejercer efectos para evitar el desarrollo de cáncer, inhibiendo la acción de los radicales libres y el estrés oxidativo. Por ejemplo, una dieta rica en mango y otros frutos se asocia a una menor incidencia de cáncer colorrectal, así como de otros órganos. Estos efectos se deben en parte a que evitan una proliferación celular descontrolada, además de favorecer la apoptosis (muerte celular programada) en aquellas células que ya se encuentran en un estado avanzado de deterioro.
Referencia
Colaboración de J. Abraham Domínguez Ávila y Gustavo González-Aguilar, investigadores del Laboratorio de Antioxidantes y Alimentos Funcionale de la Coordinación de Tecnología de Alimentos de Origen Vegetal del CIAD.