No todo lo que brilla es… aluminio
Debido a su durabilidad y a la confianza que brinda su apariencia inocua, el aluminio es uno de los materiales más populares para la fabricación de utensilios de cocina. No obstante, hay consideraciones que debemos tomar en cuenta, ya que podríamos poner en riesgo nuestra salud al cocinar con este tipo de sartenes u ollas, sobre todo en aquellos de fabricación doméstica o artesanal.
La profesora de la Coordinación de Tecnología de Alimentos de Origen Vegetal del Centro de Investigación en Alimentación y Desarrollo (CIAD), Herlinda Soto Valdez, explicó que una alta proporción de los utensilios para cocinar que se ofrecen en el mercado son de aluminio “tipo 1100”, el cual no tiene restricciones para utilizarse en contacto con alimentos.
Este metal, indicó, es liviano y dúctil, además de tener una alta conductividad térmica, propiedad deseada al cocinar. Comentó que ante la desventaja que presenta este metal, que puede disolverse al cocinar alimentos ácidos (salsas con tomate, frutas cítricas, alimentos con vinagre, mariscos con limón, etc.), durante la fabricación de los utensilios se aplica el proceso de anodizado, técnica mediante la cual se forma una capa de óxido de aluminio que disminuye la disolución de este metal.
Consejos prácticos
Al preparar alimentos en sartenes u ollas de aluminio, se recomienda utilizar cucharas de madera o plástico que, al mezclar o revolver los ingredientes, no desprendan la capa anodizada. Al lavar el sartén no se deben utilizar fibras metálicas porque se corre el riesgo de rallar la superficie. Si el utensilio ya se ve muy usado, “picado” o deforme, es mejor cambiarlo antes de seguir consumiendo más aluminio en los alimentos cocinados. Si se siguen estas recomendaciones, un sartén u olla puede durar mucho tiempo sin que exista riesgo de contaminación de alimentos al cocinar, señaló Soto Valdez.
Asimismo, la investigadora del CIAD alertó sobre los utensilios de aluminio que se producen de forma casera y que provienen de material reciclado y no necesariamente de aluminio para uso en alimentos; por ejemplo, de motores y radiadores y del utilizado en la construcción. Estos materiales pueden contener otros elementos como metales pesados (plomo, cadmio, arsénico, etc.) que les proporcionan las propiedades requeridas para esas aplicaciones, mismos que al convertirse en utensilios de cocina sin anodizar se liberan al alimento en el cocinado diario. Este tipo de recipientes se utilizan comúnmente en la preparación de alimentos fritos y suelen comercializarse de manera informal, es decir, no en establecimientos regulados por autoridades sanitarias, comentó la experta.
Por último, la especialista en migración de compuestos químicos de envases y recipientes puntualizó que tampoco se recomienda guardar alimentos refrigerados en los recipientes de aluminio para cocinar, debido a que componentes del alimento pueden contribuir a la disolución del aluminio por contacto prolongado.