Nutrientes claves para la nutrición y la salud del adulto mayor
A medida que las personas envejecen, experimentan cambios que pueden tener un impacto en su estado nutricional. Estos cambios incluyen la reducción del metabolismo, la pérdida de masa muscular, alteraciones en la absorción de nutrientes, disminución en el apetito y la presencia de enfermedades crónicas.
Estos factores hacen que las y los adultos mayores sean más vulnerables a las deficiencias nutricionales y las alteraciones del estado de nutrición por el exceso o déficit en la ingestión de los macronutrientes, tales como los hidratos de carbono, las proteínas y lípidos. De tal forma, la dieta y nutrición en el adulto mayor cobran relevancia debido a los múltiples problemas de las alteraciones del estado de nutrición y salud que enfrenta este grupo etario.
A nivel nacional, México tiene una prevalencia de 74.5% de sobrepeso y obesidad, la cual es alta, y se debe, principalmente, a un consumo excesivo de calorías, entre otros factores. Por otro lado, tenemos alteraciones del estado de nutrición que tienen su origen en una baja ingesta de alimentos (o calórica), lo que conlleva el riesgo de desnutrición. Hoy en día, entre un 30.3 y 50% de los adultos mayores de nuestro país presentan riesgo de desnutrición, el cual está fuertemente asociado con un mayor riesgo de desarrollar enfermedades como la sarcopenia, lo que condiciona hospitalizaciones y un mayor riesgo de infecciones y mortalidad en este grupo etario.
El riesgo de desnutrición en adultos mayores a menudo está relacionado con el bajo consumo de alimentos aportadores de macronutrientes. Asimismo, se han identificado diversos factores socioeconómicos, funcionales y de salud que contribuyen a su desarrollo. De acuerdo con el análisis dietario derivado de la Encuesta Nacional de Salud y Nutrición (Ensanut), las personas adultas mayores de nuestro país se enfrentan a un pobre consumo de alimentos que son ricos en hierro y en vitaminas del complejo B, lo que puede contribuir a tener niveles bajos de hemoglobina sérica.
En ese contexto, la anemia sigue siendo una enfermedad de alta prevalencia y se puede asociar a problemas cardiovasculares, cognitivos y de funcionalidad en este grupo etario. Varios estudios también han documentado deficiencias séricas de vitamina E y D en este grupo etario. Este panorama habla de un claro problema de mala nutrición en las personas mayores de sesenta años o adultos mayores mexicanos. Por lo tanto, la dieta y nutrición debe ser un elemento clave para disminuir o impactar directamente todas estas alteraciones nutricionales y las enfermedades relacionadas con deficiencia de micronutrientes que enfrentan los adultos mayores.
Considerando el panorama anteriormente descrito, todo el personal de salud debe poner atención en cómo mejorar o garantizar un buen estado de nutrición, y para ello se recomienda brindar recomendaciones nutricionales de acuerdo con los requerimientos de energía y proteínas, vigilar el consumo de carbohidratos simples y alimentos ricos en lípidos o grasas. Además, se deben dar recomendaciones claves para cubrir algunos micronutrientes, como se mencionará más adelante.
Es importante considerar que los requerimientos de energía o requerimiento energético total disminuye conforme aumenta la edad. Entre las causas de esta disminución se encuentran la reducción del gasto por la actividad física y el metabolismo basal. De acuerdo con las guías dietarías 2020-2025 para la población americana, los adultos mayores del sexo femenino requieren comer menos que los hombres de la misma edad y se recomienda cubrir un total de 1,600 a 2,200 kcal por día, mientras que para los hombres mayores de sesenta años su consumo calórico debe ser de 2,000 a 2,600 kcal por día. En el contexto mexicano, si el personal de salud desea planear el menú o las recomendaciones dietarías más específicas para su población y la otros países de América Latina, se recomienda utilizar la siguiente ecuación o modelo predictivo (ecuación 1) para su estimación. Esta ecuación fue publicada recientemente y es una de las más sencillas de usar; es precisa y exacta para estimar los requerimientos de energía en adultos mayores, comparada con el método de agua doblemente marcada, considerado por algunos expertos como el estándar de oro.
Ecuación 1:
Requerimiento energético total, kcal/día = [223.4 + (27.9 × peso corporal, kg) + (239.7 × sex)]; donde sex: Hombres = 1 y Mujer = 0
De manera general, una vez que definamos o estimemos cuántas calorías debe consumir una persona mayor de sesenta años, la recomendación más concreta es seguir los consejos del Plato del Bien Comer o de las nuevas guías alimentarias saludables y sostenibles para la población mexicana 2023. Otra opción es contar con la asesoría de un profesional en nutrición, quien tendrá la responsabilidad de planear el menú, utilizando todos los grupos de alimentos y brindando una mayor cantidad de calorías provenientes de las proteínas (alrededor de 1.2 a 1.5 gramos de proteínas por kilogramo de peso corporal), siempre y cuando no exista alguna condición como diabetes o enfermedad renal que requiera limitar el aporte proteico.
Los adultos mayores requieren una mayor cantidad de proteínas dietarias comparados con los jóvenes y adultos, debido principalmente a la resistencia anabólica a la síntesis proteica. En general, es aconsejable recomendar una mayor cantidad de proteínas dietarias por kilogramo de peso corporal, como se mencionó anteriormente. Además, hay que asegurar que las proteínas dietarias se distribuyan de manera homogénea en los tres tiempos de comida. Se exhorta consumir entre 25-30 gramos de proteína dietaria de alta calidad biológica en cada una de las tres comidas. Con lo anterior se garantiza una tasa máxima de síntesis proteica comparada con una distribución no homogénea en los adultos mayores.
Otros beneficios del consumo de proteínas por arriba de las recomendaciones de la FAO/OMS/UNU (0.8 gramos por kilogramo de peso corporal/día) incluyen el mantener un buen funcionamiento del sistema inmune (el cual puede verse disminuido en esta etapa de la vida), logrando así una mejor recuperación de algunas enfermedades infecciosas y de algunas heridas.
Otros nutrientes claves para la nutrición del adulto mayor
Los adultos mayores, además de requerir una mayor cantidad de proteínas, también, requieren un mayor aporte de ciertos micronutrimentos como el calcio, el hierro y la vitamina B12, C y D. La mayoría de los alimentos de origen animal como las carnes y lácteos, además de aportar proteínas, también son proveedores de estas vitaminas y minerales. Los adultos mayores deben de consumir entre 1,000 y 1,200 mg de calcio por día. En cuanto al requerimiento o ingesta recomendada de vitamina D en adultos mayores, miembros de la Fundación Internacional de Osteoporosis proponen un nivel de calcidiol en sangre de 75 nmol/L o 30 ng/ml, el cual se podría cubrir con el consumo entre 20 y 25 μg/día u 800 a 1,000 UI/día de vitamina D para lograr dicho nivel.
Finalmente, las calorías totales diarias y nutrientes claves se pueden cubrir al consumir el patrón dietario saludable al estilo estadounidense para adultos mayores de sesenta años y más, el cual se encuentra dentro de las guías dietarías para americanos, 2020-2025. Estos menús están planeados para cubrir un amplio rango de energía, lo importante es respetar las cantidades o porciones diarias o semanales de los diversos grupos de alimentos, subgrupos y componentes calculados. Estos menús están diseñados también para cubrir todos los nutrientes necesarios a esta edad. También es importante considerar que, si se detecta que algún nutrimento no se logra cubrir a través de la alimentación, se recomienda el uso de suplementos nutricionales, siempre y cuando se haga bajo la asesoría y vigilancia del profesional en nutrición, medicina o geriatría.
Autoras(es): Helen Vidaña Espinoza, egresada de la Maestría en Ciencias del CIAD y estudiante del Programa de Iniciación a la Investigación; Miriam Teresa López Teros, investigadora del Centro de Evaluación del Adulto Mayor de la Universidad Iberoamericana, y Heliodoro Alemán Mateo, investigador de la Coordinación de Nutrición del CIAD.