Obesidad y consumo de grasas saturadas y grasas trans
La población sonorense consume dietas altas en grasas saturadas y grasas trans, pero baja en grasas poliinsaturadas; esto representa un factor de riesgo para la obesidad y aquí te contamos por qué.
Las grasas trans son las que podemos encontrar en las comidas procesadas, como hamburguesas, pizzas, hot dogs, papas fritas, etc., y las grasas saturadas son aquellas que podemos encontrar en la carne, mantequilla y leche entera, entre otros. El consumo excesivo de ambos tipos de grasas es perjudicial para la salud, ya que promueven el aumento del colesterol LDL (lipoproteínas de baja densidad, por su abreviatura en inglés), mejor conocido como colesterol “malo”, y también aumentan el riesgo de padecer enfermedades cardiovasculares.
Por otro, las grasas poliinsaturadas son buenas para la salud, ya que ayudan a disminuir los triglicéridos y el colesterol LDL en sangre; estas las podemos encontrar en el aguacate, huevo, salmón, frutos secos, etcétera.
Diferentes estudios han encontrado que la dieta de la población sonorense se caracteriza por ser más alta en contenido energético (calorías) que lo recomendado por las organizaciones internacionales de salud, además de ser alta en grasas saturadas y trans.
Como parte de un proyecto realizado por el Centro de Investigación en Alimentación y Desarrollo (CIAD) se llevó a cabo un estudio donde se encontró que las dietas con alto contenido de proteínas y bajo en grasas ayudaban con la pérdida de peso y mejoraban el perfil de lípidos en sangre en óptimas condiciones.
Lo anterior sugiere que es probable que el alto consumo de grasas saturadas y trans sea un factor de mayor importancia en el desarrollo de obesidad y enfermedades asociadas a esta, como la resistencia a la insulina, síndrome metabólico, diabetes tipo 2 y enfermedad cardiovascular.
Por lo tanto, para evitar la obesidad y las enfermedades relacionadas con ella, es importante mantener un balance en nuestra dieta. Hay que disminuir el consumo de grasas trans (comidas rápidas, postres y chatarras) y procurar las comidas hechas en casa que, si bien tendrán grasas saturadas, mientras su consumo sea moderado, no presenta riesgos para la salud.
Alimentarse sanamente “tiene su ciencia”, por lo que, si está dentro de sus posibilidades, es recomendable acudir con un profesional de la nutrición que le diseñe un programa alimenticio donde prevalezcan las grasas poliinsaturadas, con colaciones saludables y un régimen de actividad física que sea de su agrado.
Colaboración de Abril Peña Meza, estudiante de la Maestría en Ciencias del CIAD; Graciela Caire Juvera, investigadora de la Coordinación de Nutrición del CIAD; María Socorro Saucedo Tamayo, investigadora de la Coordinación de Nutrición del CIAD, y María José Mendívil Armenta, estudiante de estancia propedéutica en el CIAD.