Vivimos rodeados de publicidad comercial en la que se destaca la presencia de probióticos en ciertos alimentos, particularmente en productos lácteos como el yogur. Pero ¿qué son los probióticos y cuáles son los beneficios de incluirlos en la alimentación? Alfonso García Galaz, profesor investigador del Centro de Investigación en Alimentación y Desarrollo (CIAD), nos ayuda a entender esta interrogante.
Los probióticos son microorganismos vivos que aportan beneficios a quien los consume, entre los que se pueden mencionar la prevención de diarreas, la reducción de los niveles plasmáticos de colesterol, la estimulación del sistema inmunológico, etcétera. Estos son diferentes de los prebióticos, ya que estos últimos no son microorganismos, sino sustancias que pueden ser utilizadas por los probióticos para estimular su desarrollo dentro del huésped.
Existen numerosos beneficios reportados por el consumo de probióticos, y aunque existe información controversial acerca de la utilidad de los mismos y la ausencia de los beneficios esperados cuando el consumidor los ingiere, también hay numerosas causas que pueden explicar esa falta de resultados benéficos.
Las evidencias científicas
Los probióticos, por lo común, son bacterias ácido lácticas que atienden al principio de regionalidad; es decir, sus efectos se presentan solo cuando son utilizados en las mismas regiones donde son aislados. De tal manera, deben ser capaces de soportar el tránsito gastrointestinal para poder llegar vivos al intestino delgado, que es en donde ejercen sus beneficios.
Se ha reportado que algunos probióticos son utilizados en granjas, y entre los efectos benéficos observados se ha documentado el aumento de peso en los animales que los consumen, debido a la ausencia de cuadros diarreicos. Además, se ha comprobado que esta ganancia ha sido en masa muscular y no en materia grasa.
Existen estudios que han propuesto que el consumo excesivo de probióticos en humanos se correlaciona con una disminución del ritmo metabólico y, por ende, en la acumulación de energía y aumento de peso. Aunque no se pueden descartar, estas investigaciones son más escasas y no aportan tantas evidencias, en comparación con los numerosos estudios en los que se plantea el efecto benéfico de los probióticos en la salud humana.
Su relación con la obesidad
La obesidad es un trastorno multifactorial que es difícil asociar con el consumo de un solo tipo de alimento, por lo que no existen elementos científicos suficientes para aseverar que la ingesta excesiva de probióticos se asocia con dicho trastorno.
Existen estudios que han propuesto que la presencia del probiótico Lactobacillus plantarum puede correlacionarse con una disminución del peso corporal. Sin embargo, es necesario que se generen más estudios para correlacionar plenamente el consumo de probióticos con la obesidad.
La ingesta debe ser personalizada
Las dosis recomendadas para la ingesta de probióticos pueden ser variables, pero el consumo diario de uno a cien millones de estos microorganismos ha demostrado beneficios en el mediano plazo, lo cual es equivalente a comer 250 ml de yogur probiótico diariamente. Esto no implica que un consumo por encima de estas dosis sea perjudicial para el organismo, sino simplemente no se han observado más beneficios de los ya reportados.
La flora intestinal o microbiota es una población activa que se modera constantemente dependiendo de la ingesta diaria, por eso es importante que el consumo de probióticos sea continuo. Además, como los probióticos no son un medicamento sino un complemento alimenticio, no se pueden establecer dosis generales para la población; en todo caso, deben ser recomendaciones personalizadas, dependiendo de factores como la edad, exposición a medicamentos, etcétera.
Los alimentos fermentados son una fuente rica de probióticos: leches fermentadas, yogur, quesos y otros productos lácteos, así como formulaciones que indican claramente la presencia de probióticos, son una fuente adecuada para el consumo de los mismos.