Para evitar que el conocimiento tradicional de los campesinos indígenas se pierda, el Centro de Investigación en Alimentación y Desarrollo (CIAD), trabaja en proyectos productivos con estas comunidades para su conservación en el lugar de origen o in situ y con ello aprovechar la agrobiodiversidad.
La Dra. Mayra de la Torre Martínez, investigadora de la Coordinación de Ciencia de los Alimentos y responsable de esta iniciativa emprendida por CIAD, con la colaboración de grupos multidisciplinarios expertos en áreas sociales, antropológicas, ingeniería, biológicas, agrónomas, económicas, etc., contempla hacer que la comunidad indígena siga con la práctica de conservar sus tradiciones, multiplicar su conocimiento y que a la vez les deje ganancias para su sostenimiento.
“Debe ser así porque si no, los hombres y los jóvenes seguirán emigrando a trabajar como jornaleros agrícolas o se dedicarán a otras actividades, mientras que las mujeres apoyan con ingresos al hogar ocupándose en labores domésticas”, dijo la investigadora.
Este proyecto de investigación denominado “Proyectos productivos en comunidades indígenas para la conservación in situ y aprovechamiento de la agrobiodiversidad, El involucramiento de estudiantes hacia la multidisciplina” contempla la participación de alumnos universitarios que serán guiados por uno o dos académicos que ya hayan trabajado en las comunidades indígenas.
“Los Jóvenes harán estancias por espacio de un año, para ganarse la confianza de los habitantes y durante ese tiempo verán qué usan para comer, cómo construyen sus casas y qué se podría explotar en beneficio de la comunidad” enfatizó la doctora.
La agrobiodiversidad explicó la investigadora, incluye todos los componentes de la diversidad biológica pertinentes para la producción agrícola, incluida la producción de alimentos, el sustento de los medios de vida y la conservación del hábitat de los ecosistemas agrícolas.
“Los sitios en México en donde está mejor conservada la agrobiodiversidad es en las comunidades indígenas y México es centro de origen de muchos cultivos como el maíz, frijol, aguacate, entre otras. Esto significa que tenemos una gran variedad de razas y productos agrícolas y es muy importante que no se pierdan y este proyecto busca eso” manifestó la investigadora.
En este proyecto los estudiantes, con la información obtenida, harán una propuesta a la comunidad que sea factible, después elaborarán el plan de negocios con el que se buscará en distintas agencias el financiamiento para micro empresas a áreas indígenas y será la comunidad la dueña, quienes la manejen y obtengan las ganancias.
“La experiencia para los estudiantes será increíble porque ellos tendrán que diseñar una fábrica en lugares en los que hay poca infraestructura o nada, pero van a aprender mucho de los indígenas y esto los va a marcar para toda su vida en cómo van a trabajar”.
En este proyecto además de México, participa Costa Rica, Bolivia y Perú. En México las comunidades que participan son: El Centro de Investigación Científica de Yucatán (CICY), la Universidad Autónoma de Chihuahua (UACH), Universidad Autónoma de Nayarit (UAN), Universidad Autónoma de Veracruz (UAV) y SEMARNAT.
Los lugares específicos en donde se trabajará son las comunidades: Seri de Punta Chueca y Desemboque en Sonora; La comunidad Maya de la Reserva Kihuic en Yucatán; La comunidad Tarahuamara de Bawinocachi en Chihuahua; La comunidad Huichol de El Roble en Nayarit y la Comunidad Náhuatl de Los Tuxtlas en Veracruz.
El presupuesto asignado es de $86 mil dólares. La comunicación y discusiones serán a través de la Red Bionna (http://www.bionna.org) donde se subirán registros en fotografía y video que servirán para compartir experiencias e intercambiar actividades de lo que se está haciendo con otras comunidades de los otros países participantes.
“Esto ya se hizo en El Roble, Sinaloa donde en el mes de abril se inauguró una planta de pinole con maíces criollos que funciona con energía solar y es una cooperativa de mujeres que se llama Meikame (nacimiento del maíz) en idioma wirrárica de los Huicholes. El pinole lo venden a la Comisión Nacional de Pueblos Indígenas para los Albergues Escolares, sustituyendo a la maicena para los atoles” citó la investigadora.