A lo largo de los dos últimos siglos, diversos autores e investigadores se han preguntado cómo se ha construido la identidad de los hombres en México (y en otras partes del planeta), a fin de comprender el porqué de su comportamiento y manera de observar y vivir el mundo. Las respuestas a sus interrogantes sobre esa “hombría” encontrada en muchos pasajes de la vida cotidiana mexicana –como los actos de violencia, el consumo de alcohol, la construcción de las relaciones de pareja–, de diferentes maneras y en distintos sectores –como los indígenas, los “de la plebe”, los mestizos, los afeminados, los delincuentes, entre otros grupos–, han sido objeto de estudio y de reflexión de la literatura, las ciencias sociales, la filosofía, el arte y las ciencias de la salud, entre muchas otras disciplinas.
¿Cuándo comenzó el interés por diseccionar las construcciones simbólicas generadoras de la identidad masculina? Es la pregunta que puede derivarse del más reciente trabajo académico del antropólogo Guillermo Núñez Noriega, quien se dio a la tarea, durante dos años, de revisar toda la producción académica sobre el tema publicado en libros y revistas académicas arbitradas. Sin embargo, en esta revisión se plantean otras dudas, como ¿qué son los estudios de género de los hombres y las masculinidades?, ¿cuál es su utilidad y cómo han evolucionado?
Partiendo del interés por conocer las características y el volumen de la producción de los estudios de género de los hombres y las mujeres en México, y poniendo énfasis en los primeros, el autor de Sexo entre varones describe cómo a partir de la necesidad de definir “lo mexicano” se comenzaron a describir diferentes aspectos conductuales que se consideraban “propios de los mexicanos”, en aras de hallar una identidad y de definir una cultura, la mexicana.
Producto de este viaje epistemológico y ontológico, en el sentido de intentar hallar la razón y esencia del surgimiento de lo que el propio investigador ha considerado un subcampo de los estudios de género, surge Abriendo brecha: los estudios de género de los hombres y las masculinidades en México (1990-2014), un texto que conjunta las reflexiones del titular de la línea de investigación de género, diversidad sexual y etnicidad del Centro de Investigación en Alimentación y Desarrollo (CIAD), sobre la posibilidad de la existencia de un área de estudio que se ha solidificado al paso de los años y comienza a ser una realidad en diferentes entidades académicas, al grado de consolidar al país como un referente en el tema, junto con Brasil.
Vasta producción
Para abrir el debate, Núñez Noriega argumenta que el artículo de Teresita de Barbieri “Sobre géneros, prácticas y valores: notas acerca de posibles erosiones del machismo en México”, publicado en 1990, inaugura la manera en que se elaboran actualmente este tipo de ejercicios académicos, pero no significa que antes no hubiera reflexiones académicas cuyo objeto de análisis fueran los hombres, sino, por el contrario, hay una tradición de la reflexión para explicar los diferentes tipos de varones que habitaban y habitan en nuestro país a fin de entender la construcción de la nación, aunque alejados de la teoría de género pero con el interés de comprender aspectos sociales tan arraigados como el machismo.
Hay temas que requieren de un análisis desde esta perspectiva de género, como la violencia. Partiendo de esa premisa, Guillermo Núñez Noriega sugiere el estudio
del crimen organizado y la narcocultura, cuyo eje ideológico central son los valores de hipervirilidad.
Desde el comienzo de la última década del siglo XX y hasta 2014, encontró que se han elaborado 557 productos académicos sobre el tema en México. De éstos, la mayoría se centra en el erotismo, la sexualidad, la diversidad sexual y el VIH/sida; también aparecen los análisis sobre identidad, subjetividad y machismo, y la paternidad, pareja o familia. En contraparte, el cuerpo, el deporte y el juego, así como el trabajo, el empleo, el desempleo y la clase son temas con escasas investigaciones.
La plataforma donde más se han difundido es el artículo académico (243), seguido de los capítulos de libro (219), los libros (66) y las tesis (49). La mayoría de ellos fue elaborada por un hombre (267), 167 son de autoría de una mujer y 65 tienen autoría mixta.
Nuevas realidades, nuevos estudios
Entrevistado durante las jornadas de debate del IX Congreso Nacional de la Asociación Mexicana de Estudios de Género de los Hombres, celebradas en la Universidad Autónoma de Querétaro del 27 al 29 de septiembre, el doctor en antropología cultural comentó que los estudios sobre masculinidades aún tienen muchas brechas por abrir, como el incorporar a otras disciplinas sociales la comunicación o el análisis de producción cultural.
Además, dijo, es necesario incluir otros temas que requieren de un análisis desde esta perspectiva de género, como la violencia, en el sentido de su legitimación como parte fundamental de la construcción como hombres. Partiendo de esa premisa, el investigador sugiere el estudio del crimen organizado y la narcocultura, cuyo eje ideológico central son los valores de hipervirilidad, los cuales son sumamente atractivos para el reclutamiento de nuevos miembros de los grupos organizados, pues garantizan vivir una masculinidad exaltada que cautiva. Al respecto, el autor de ¿Qué es la diversidad sexual? Reflexiones desde la academia y el movimiento ciudadano, refirió que las investigaciones han arrojado que los hombres con experiencias en estos grupos describen la experiencia como una alucinación, pues deseaban ser como los personajes de los corridos, tener mujeres, armas, dinero y subsistir con actitud de macho.
Fenómenos recientes como el sismo del pasado 19 de septiembre también requieren de un análisis similar en el sentido de preguntarnos cómo estas catástrofes naturales interpelan a los varones, de qué manera incentivan la masculinidad, por ejemplo, en la asignación de tareas como vigilar, cuidar y hacerse responsable de la familia o del grupo con el que cohabita, viéndolo como aspectos positivos. Sin embargo, el también sociólogo consideró que el reto es observar cómo esto se va a traducir más allá de la ayuda, de la solidaridad, de quitar escombro y sacar gente, tomando en cuenta que ese mandato de la masculinidad puede tener continuidades positivas, pero también negativas, como exigencias, posiciones de autoridad y reivindicaciones de algunos valores asociados al machismo y la hegemonía.
De igual manera, advirtió, la situación es un momento de crisis que permite la reflexión sobre “quién soy y quién he venido siendo”, para, de esta manera, diseccionar qué valor le da cada hombre a la vida, a la paz, a los afectos y a la vida emocional. A manera de ejemplo, recordó que algunas de las imágenes que circularon en diferentes espacios de comunicación mostraban jóvenes punk o banda, tradicionalmente estereotipados como violentos, consolando ancianas, haciendo tortas y ayudando a otras personas.
Esas imágenes “nos revelan una cara más humana de los hombres que a lo mejor tienen que ver con estos momentos de crisis y, por tanto, abren una posibilidad de transformación de su manera de ser hombre”, aseveró.
Simplemente masculinidades
En torno al surgimiento de términos como nuevas masculinidades o masculinidades alternativas, Núñez indicó que en la actualidad se vive una trasformación de significados, de identidades, de prácticas y de formas de relación entre hombre y mujeres. “En ese proceso, muchos hombres se han transformado a lo largo de varias generaciones en cuanto a lo que significa ser hombre, paternidad, relación de pareja, reproducción, sexualidad, entre otros aspectos”. Por esa razón, consideró que el cambio no comenzó hace poco sino desde hace tiempo, impulsado por procesos de modernización y la creciente participación de las mujeres en la vida económica, política y pública.
Esto ha derivado, aseguró, en una reflexión sobre esas transformaciones, pero también sobre las exigencias de los grupos de mujeres, y de algunos sectores de hombres, para transformar una diversidad de prácticas. Algo, insistió, “que no se reflexionaba porque se asumía como natural”, y de ahí deriva la novedad.
Artículo de Leonardo Bastida Aguilar, colaborador de Letra Ese, suplemento del periódico La Jornada.
Fuente: bit.ly/2hBG0mn.