Revelando la edad de peces gigantes por medio de otolitos
¿Cuál es la importancia de conocer la edad de los peces que comemos? y ¿cómo saber la edad de los peces si no los vemos nacer? Estas son algunas de las preguntas que se están abordando en el Laboratorio de Análisis Ecológicos Costeros (Laeco) de la subsede Guaymas del Centro de Investigación en Alimentación y Desarrollo (CIAD), liderado por los académicos Arturo Ramírez Valdez y Mauricia Pérez Tello.
El tamaño de los peces no es un buen indicador de la edad de los individuos, ya que, a diferencia de los mamíferos que dejan de crecer en longitud después de la madurez, los peces continúan creciendo en longitud a lo largo de su vida. Por ello se han desarrollado técnicas indirectas para estimar la edad de los peces usando partes de su anatomía, como las escamas, espinas, vertebras y, principalmente, los otolitos. Calcular la edad de los peces que se capturan es uno de los indicadores más importantes para comprender la salud de las poblaciones, conocer el desempeño de la pesquería y evitar la sobrepesca.
¿Qué son los otolitos?
Los otolitos son estructuras de carbonato de calcio en forma de pequeñas piedras que se encuentran en el oído interno de peces, que les permiten escuchar y sentir las vibraciones en el agua y les proporcionan una sensación de equilibrio para que puedan navegar mejor en su entorno. Los otolitos están dentro de varias cavidades dentro de la cabeza del pez; cuando este se mueve, los otolitos también lo hacen, funcionando como un nivel de burbuja, que es la herramienta usada en construcción para verificar si una superficie está correctamente horizontal o vertical. Los peces tienen tres pares de otolitos; en el laboratorio generalmente se buscan los más grandes, llamados sagita, que están en el centro de la cabeza.
Se podría decir que los otolitos son para los peces lo que las cajas negras para los aviones, ya que registran información importante sobre su historia de vida y de su entorno. El estudio detallado de los otolitos puede describir qué edad tenía el pez cuando murió; esto se hace por medio de los anillos de crecimiento, tal como se hace para saber la edad de los árboles. A medida que el pez va creciendo, los minerales y proteínas se acumulan en los otolitos y con ello aumentan su tamaño de una manera sincrónica con las condiciones del individuo y de su entorno. Además de conocer la edad, también es posible saber cómo era el hábitat donde nació el pez, la temperatura y profundidad del agua y si estaba contaminada por metales pesados; incluso se puede identificar su especie.
Presentamos al mero gigante
El mero gigante o pescada, también conocido como mero negro (Stereolepis gigas), es el pez óseo de arrecife más grande en los océanos, llegando a medir más de 2.5 metros y pesar más de 250 kilos. Este animal se distribuye desde las costas de California, Estados Unidos, hasta toda la Península de Baja California y el Golfo de California, incluyendo la costa de Sonora. Esta especie llegó a ser uno de los recursos pesqueros más valiosos en la región norte del Pacífico mexicano, y aunque ahora ya no es tan abundante, sigue siendo un recurso pesquero de tradición y valor cultural para las comunidades pesqueras de Sonora y la península de Baja California. Esta especie está categorizada actualmente como en peligro crítico de extinción, por lo que existe la necesidad de generar información que permita delinear estrategias de manejo adecuadas para la especie.
Proyecto y sus avances
El Laboratorio de Análisis Ecológicos Costeros de la subsede del CIAD en Guaymas, en colaboración con la investigadora Leticia Cavole, de la Universidad de California Davis, y el profesor Larry Allen, de la Universidad Estatal de California Northridge, está desarrollando investigación que permitirá revelar más de la historia de vida de ese enorme pez, incluyendo las edades de los individuos que son capturados por la pesquería, la tasa de crecimiento, la distribución de frecuencia de tallas y otros parámetros importantes para proponer medidas de manejo adecuadas para la especie. La meta es generar esta y más investigación de la ecología de esta especie, como alimentación y conectividad genética, para contribuir a la recuperación de las poblaciones de estos peces gigantes.
Con la colaboración de estudiantes de licenciatura en residencia profesional (Itzel Dallaly Villa y Julio César Hurtado), durante 2023 se analizaron más de cincuenta otolitos de meros gigantes capturados en diferentes sitios de California, la península de Baja California y el Golfo de California. Los estudiantes aprendieron las técnicas de extracción de otolitos, preparación y procesamiento de muestras y la lectura de anillos de crecimiento mediante fotografías de alta resolución. Tanto las y los alumnos como la comunidad juegan un papel importante en la generación de conocimiento en este proyecto, ya que su participación contribuye en la recolección de datos sobre la especie objetivo. Las y los estudiantes, por un lado, ayudan en la toma y análisis de muestras, al mismo tiempo que se capacitan. Mientras tanto, la comunidad, en particular los pescadores, son fuente de información de primera mano que permiten llevar un registro de los sitios donde habita este pez.
Aún queda mucho por conocer sobre el mero gigante, por lo que toda información es útil para llenar los vacíos de conocimiento sobre la especie. En ese sentido, el Laboratorio de Análisis Ecológicos Costeros invita a la población y pescadores a enviar fotografías de avistamientos o capturas de ejemplares. Si eres estudiante y tienes interés en colaborar en este proyecto de investigación, puedes escribir a arturorv@ciad.mx y maury@ciad.mx para más información.
Figura 1. El mero gigante o pescada (Stereolepis gigas) es un depredador tope de los arrecifes rocosos del Pacífico norte y región norte del Golfo de California (Fotografía: Mike Couffer).
Figura 2. El mero gigante aún se captura en algunos campos pesqueros (fotografía: Tomás Camacho).
Figura 3. Los anillos de crecimiento anual se alcanzan a percibir en este otolito de mero gigante (fotografía: Proyecto Mero Gigante y Arturo Ramírez).
Autores(as): Arturo Ramírez Valdez y Mauricia Pérez Tello, académicos de la subsede del CIAD en Guaymas, Sonora, y Leticia Cavole, profesora de la Universidad de California Davis