Riesgo de desnutrición en personas adultas mayores. Lo que los profesionales en salud deben conocer
Recientemente la Sociedad Europea de Nutrición Clínica y Metabolismo (Espen, por sus siglas en inglés) reconoció al riesgo de desnutrición como una alteración del estado de nutrición, clasificándolo como la etapa previa a la desnutrición. Pese a la definición operativa, la existencia de métodos diagnósticos mediante las escalas validadas y la existencia de diversos estudios publicados sobre la prevalencia, causas e impacto clínico, hasta la fecha no existe una definición consensuada de riesgo de desnutrición por parte de las sociedades internacionales de nutrición. Por su parte, la organización llamada AgeUK (Reino Unido) menciona que el riesgo de desnutrición se define usualmente por un bajo peso corporal, pérdida de peso no intencional y disminución de la ingesta alimentaria. Se ha propuesto que, además del bajo peso corporal, la baja o pérdida limitada de la masa magra puede considerarse como otra característica del riesgo de desnutrición, entre otros factores como la disfagia, el dolor, las alteraciones del desempeño físico y la funcionalidad.
El riesgo de desnutrición tampoco se ha considerado como una enfermedad en el Código Internacional de Enfermedades. Al respecto, Espen insiste en que el riesgo de desnutrición debe considerarse como una enfermedad, debido a que impacta negativamente la salud, a la existencia de métodos diagnósticos y factores de riesgo identificados, así como a la existencia de tratamientos nutricionales efectivos. Sin embargo, hasta la fecha sólo puede considerarse como una nueva entidad clínica que afecta seriamente la salud y el estado de nutrición de la población geriátrica.
Es muy importante que el personal de salud evalúe y diagnostique oportunamente el riesgo de desnutrición, ya que en las personas adultas mayores convergen diversos factores como los sociales, psicológicos, patológicos y funcionales, así como los cambios propios del envejecimiento, los cuales pueden favorecer el desarrollo del riesgo de desnutrición. Se ha documentado que los factores que contribuyen al desarrollo del riesgo de desnutrición en personas adultas mayores son: mayor edad, boca seca, síntomas depresivos, deterioro cognitivo, demencia, enfermedad de párkinson, bajo nivel educativo y vivir en soledad. Además de los factores de riesgo mencionados, en México se ha documentado que no tener jubilación, tener artritis y realizar una o dos comidas al día son factores que contribuyen al desarrollo del riesgo de desnutrición.
Diversos estudios realizados con personas adultas mayores de diferentes estados de la república mexicana han reportado prevalencias de riesgo de desnutrición muy altas, encontrando un rango entre un 30% y 50%. Estas cifras denotan un serio problema de salud pública y que quizá en el primer nivel de atención a la salud o en la consulta privada, esta entidad clínica pasa desapercibida y no es atendida, dejando que el riesgo de desnutrición progrese a desnutrición. Las personas adultas mayores con riesgo de desnutrición tienen mayor probabilidad de desarrollar múltiples desenlaces y complicaciones, así como mayor riesgo de mortalidad.
Se reconoce que, si el riesgo de desnutrición no se diagnostica y se trata a tiempo, puede llevar al desarrollo de múltiples condiciones de salud. Dentro de las condiciones de salud que se han documentado están la dependencia funcional, sarcopenia y mayor posibilidad de presentar infecciones, particularmente respiratorias. Además, se ha documentado que quienes están en riesgo de desnutrición tienen estancias hospitalarias más largas y mayor riesgo de mortalidad, por lo que el diagnóstico y el tratamiento oportuno son fundamentales en este grupo etario.
El riesgo de desnutrición se puede diagnosticar mediante las siguientes tres escalas recomendadas por la Espen: la Herramienta Universal para la Detección de la Desnutrición (MUST, por sus siglas en inglés), Tamizaje de Riesgo Nutricional (NRS-2002, por sus siglas en inglés) y la Valoración Mínima del Estado de Nutrición (MNA, por sus siglas en inglés). Sin embargo, en personas adultas mayores se debe de aplicar la MNA, debido a que fue diseñada y validada en personas mayores de 60 años. La MNA tiene dos versiones: la versión extensa y la corta. Esta última, a su vez, viene en dos formatos o versiones, uno que incluye el índice de masa corporal (IMC) y otro que incluye la circunferencia de pantorrilla. La aplicación de la versión extensa toma quince minutos, mientras que las versiones cortas pueden aplicarse en cinco minutos.
Las dos versiones tienen una alta sensibilidad y especificidad para diagnosticar riesgo de desnutrición, en comparación con la baja concentración de hemoglobina, albúmina y transferrina sérica, por lo que se recomienda que se utilice para diagnosticar el riesgo de desnutrición en personas adultas mayores de manera confiable. Es importante mencionar que esta escala ha sido la más utilizada para evaluar la prevalencia, impacto clínico y factores causales del riesgo de desnutrición en personas mayores que residen en los diferentes entornos y con diferentes condiciones médicas.
Además de la escala de la MNA, existe un criterio para identificar o diagnosticar de manera confiable el riesgo de desnutrición en personas adultas mayores. Este criterio incluye tres medidas antropométricas y tres medidas subjetivas. Las medidas antropométricas son el IMC, la circunferencia media de brazo y la circunferencia de pantorrilla, mientras que las medidas subjetivas son la disminución de la ingesta alimentaria, pérdida de peso y la pérdida de la capacidad para comer de manera independiente durante los últimos tres meses.
Como se mencionó anteriormente, la Espen reconoce la eficacia del tratamiento nutricional para riesgo de desnutrición. Este incluye el aporte calórico y proteico; al respecto se ha demostrado que un consumo de 30 kcal/kg y una ingesta proteica de 1.2 a 1.5 g/kg tienen buenos resultados en el proceso de recuperación del riesgo de desnutrición. Por ello, un tratamiento nutricional adecuado debe ser una pieza clave para tratar esta nueva entidad clínica y evitar que progrese a desnutrición. La desnutrición en la tercera edad tiene un impacto clínico sumamente desfavorable en las personas adultas mayores.
Al reconocer la problemática del riesgo de desnutrición en la población geriátrica mexicana, así como la validez de la escala MNA para su diagnóstico, investigadores(as) de la Coordinación de Nutrición del Centro de Investigación en Alimentación y Desarrollo (CIAD) y del Departamento de Salud de la Universidad Iberoamericana, campus Ciudad de México, comprobaron la hipótesis de que las adultas mayores con riesgo de desnutrición tienen mayor probabilidad de desarrollar sarcopenia.
Además, comprobaron que la incidencia de riesgo de desnutrición en adultos mayores residentes en su comunidad es relativamente alta. En la actualidad tanto en México como en diversos países se desconocía la asociación entre riesgo de desnutrición y la incidencia de sarcopenia, así como la incidencia del riesgo de desnutrición.
La escala de la MNA se encuentra disponible en el siguiente enlace electrónico: https://www.mna-elderly.com/. En este mismo sitio también se encuentra la guía que indica paso a paso cómo realizar cada una de las preguntas que conforman la escala y los puntajes para realizar el diagnóstico del riesgo de desnutrición.
Autoras(es): Helen Vidaña Espinoza, Miriam Teresa López Teros, Julián Esparza Romero, Alma Robles Sardín y Heliodoro Alemán Mateo, académicas(os) de la Coordinación de Nutrición del CIAD.