Riesgos psicosociales en mujeres trabajadoras de maquiladoras
La industria manufacturera ha favorecido el crecimiento y desarrollo del país; sin embargo, estos espacios de trabajo se han caracterizado por presentar múltiples riesgos. En el caso de riesgos psicosociales, están aquellos asociados a la organización del tiempo y la carga de trabajo, violencia laboral, relaciones con los compañeros y cargas psicológicas emocionales, entre muchos otros, los cuales condicionan y deterioran el estado de salud física y mental de las mujeres.
Según Atzimba Patricia Hernández Villa, quien estudia el Doctorado en Desarrollo Regional bajo la dirección académica del investigador Jesús Laborín Álvarez, profesor de la Coordinación de Desarrollo Regional del Centro de Investigación en Alimentación y Desarrollo (CIAD), las maquiladoras han sido estudiadas desde la psicología social laboral como ámbitos donde prevalece la explotación de sus trabajadores; en especial, las mujeres operadoras representan uno de los sectores más vulnerables y con grandes desigualdades en cuanto a salario, prestaciones de seguridad social y jornadas de trabajo de alto riesgo.
Las características a las que están expuestas frecuentemente las operadoras se han asociado con un incremento en el riesgo psicosocial, lo que genera enfermedades causadas por las funciones y la carga de trabajo, tales como ansiedad, depresión, trastornos del sueño, várices, fatiga crónica, padecimientos dorso-lumbares, disfonía, hipertensión arterial y diabetes, entre otras.
En ese contexto, la joven investigadora realizó un estudio que tuvo el propósito de analizar el efecto del riesgo psicosocial laboral en los estilos de enfrentamiento que emplean mujeres operadoras en el sector de manufactura en Hermosillo, Sonora, donde participaron 314 mujeres de la industria textil, automotriz, acerera y fabricante de cables y conectores de instrumentación.
Riesgos psicosociales
El término psicosocial se refiere a la percepción que la persona tiene de su “mundo social”. Al trasladarlo al área laboral, el concepto psicosocial supone los aspectos del diseño y gestión del trabajo, así como su contexto social y organizativos. En ese sentido, el riesgo psicosocial laboral comprende todas aquellas situaciones o circunstancias que experimenta y percibe de manera negativa la persona en su interacción con el contexto laboral y social, producto de la gestión del trabajo y aspectos organizacionales, ambientales o del individuo que pueden afectar el bienestar, la salud y la calidad de vida de las trabajadoras(es).
A pesar de que el término riesgo psicosocial laboral abarca aspectos o situaciones que viven las y los trabajadores dentro del contexto laboral (demandas laborales, tipo de jornada, violencia laboral), así como extralaboral (contexto familiar, social y económico), aún faltan mayores estudios y experiencias de intervención con énfasis en cambio de comportamiento, apoyo social, manejo de enfermedades, mitigación de la angustia y mejora del control/eficacia y de cambio organizacional.
La mujer trabajadora
De acuerdo a este estudio, la mujer trabajadora de manufactura se ve atrapada en condiciones laborales adversas. Le caracterizan los salarios más bajos del sector empresarial, oportunidades de crecimiento laboral mínimas (y en su mayoría inexistentes), trabajo no valorado o reconocido y actividades repetitivas. Estas características del trabajo desmotivan el interés, aprendizaje y desarrollo personal de las mujeres trabajadoras.
Además, las jornadas laborales son exhaustivas, por lo que es necesario cumplir con horarios donde difícilmente tienen oportunidad de acudir al servicio de salud, ejercitarse, realizar actividades de esparcimiento e interacciones sociales (convivencia con sus hijos y familia), dado que el tiempo libre es limitado, no obstante que estos son elementos indispensables para una vida sana, de bienestar y con calidad.
Con respecto a sus condiciones personales, la mayoría de las mujeres trabajadoras de la industria manufacturera cuentan con educación básica (59.5%), son proveedoras principales de sus hogares (40%) y son responsables del cuidado de la familia y del trabajo doméstico, o trabajo no remunerado (93%). Estas condiciones posicionan a la mujer en mayor necesidad, vulnerabilidad y riesgo de pobreza.
Los hallazgos de Hernández Villa evidenciaron la presencia de enfermedades como ansiedad (28.6%), trastorno del sueño (22%), depresión (21.6%) e irritabilidad (19.6%), y entre las principales situaciones de estrés destacaron la muerte de un familiar (20.8%), problemas económicos (17.1%) y enfermedad de algún familiar (15.9%). Ante estas situaciones las mujeres trabajadoras emplean los estilos directo-revalorativo (cuando la persona realiza acciones para resolver el problema y aprende y obtiene lo positivo) y evasivo emocional (cuando la persona evade el problema, lo minimiza y no lo resuelve o expresa alguna emoción) para enfrentar los problemas en su vida.
Políticas de desarrollo
Ante esta situación, Hernández Villa considera que en las plantas de manufactura es necesaria la elaboración e implementación de políticas de desarrollo que incluya a las mujeres como protagonistas, como sujetos sociales con necesidades, intereses, contribuciones, aspiraciones y problemáticas propias. Por tanto, añadió, es crucial que la mujer en su posición social tenga la posibilidad de alcanzar sus objetivos personales o aquello que desea lograr y la libertad de tener los medios para adquirir todo lo que sea valorado.
Agregó que es necesaria la visión de contribuir con el bienestar de la mujer trabajadora de manufactura, de tal manera que el interés medular no sea el crecimiento económico a costa de lo que sea, sin importar si satisfacen o no necesidades, sino la vida que puede vivirse en ciertas condiciones. “El trabajo debe tener como eje central mejorar la vida de las mujeres y de toda persona”, comentó.
Finalmente, indicó que otros temas que le gustaría indagar en un futuro son el mostrar cómo los estilos de enfrentamiento a los problemas predicen el bienestar y la satisfacción con la vida/trabajo o, bien, reconocer el papel que juegan los estilos de enfrentamiento en las emociones biológicas y psicológicas como determinantes de la salud/enfermedad.