¿Se deben de negar las chucherías a los niños?
El estilo de vida actual en cuanto a alimentación está dominado por los alimentos ultraprocesados, elaborados industrialmente mediante el uso de procesos e ingredientes que no se parecen en nada a nuestra tradición culinaria. Entre los más populares están las sodas, botanas, pan para sándwiches y sopas instantáneas; productos con exceso de azúcares, grasas, sal y aditivos no convenientes para la salud infantil.
La última Encuesta Nacional de Salud y Nutrición dice que más del 85% de los niños en edad escolar (5-11 años) toman a diario sodas y jugos, y no solo los escolares, sino que también los toma el 83% de los niños menores de cinco años. El 64% de ambos grupos de niños también cotidianamente ingiere botanas y dulces, mientras que el 50% de todos ellos consume cereales azucarados a diario. Estos alimentos con alta densidad energética se dice que son culpables de que más de la tercera parte de los escolares tenga sobrepeso u obesidad. Más adelante en su vida esto podría acarrearles enfermedades como las cardiovasculares, hipertensión y diabetes.
El problema es saber qué alimentos son saludables y cuáles no. Nadie sería capaz de darle a sus niños un alimento poco saludable, si supiera que lo es, pero la publicidad es engañosa y las etiquetas están muy bien diseñadas para enredar a cualquiera. Por esto, los organismos internacionales de salud y protección de la niñez hacen recomendaciones para que se trabaje en cuanto a publicidad y etiquetado.
Hace seis años en México se restringió la publicidad de bebidas azucaradas, botanas, confitería y chocolates en la televisión abierta y por cable de 2:30 a 7:30 pm entre semana y de 7:00 am a 7:30 pm en sábados y domingos. En las pantallas de cine la restricción aplica para películas con clasificación A y AA. La medida muestra fallas porque no todos los niños van a la escuela por la mañana ni todo el país tiene el mismo horario; asimismo, muchos niños ven televisión por la noche. Además, no se considera el internet, celulares ni espacios públicos. Esta regulación requiere modificación y actualización.
En cuanto a etiquetado, hay etiquetas con propuesta positiva y las hay restrictivas. Entre las primeras, los Países Bajos, Suecia, Singapur y Tailandia, entre otros, usan etiquetas como “selección más saludable” o “más saludable” cuando el producto cumple con los requerimientos para una buena nutrición. El acercamiento restrictivo toma los nutrientes indeseables en un producto como la herramienta educacional para el consumidor. Este último es el que se ha puesto en práctica en algunos países de América Latina y debería entrar en vigor en México en octubre de este año, como etiquetado de advertencia, que ya muestran varios productos en el mercado.
Chile implementó en el 2016 la ley de publicidad y etiquetado de alimentos, que es un conjunto de políticas para prevenir la obesidad, asociada al consumo de alimentos y bebidas con alto contenido energético, azúcar, sal y grasas saturadas. Esta ley los prohíbe por completo en las escuelas y guarderías, además de que no pueden formar parte de los programas de alimentación escolar. Asimismo, obligatoriamente el frente de los envases de alimentos ultraprocesados debe llevar etiquetas de advertencia; estas últimas muy similares a las que ahora se están empezando a aplicar en México. Además, la ley chilena prohíbe la publicidad dirigida a los niños en televisión e internet.
La ley chilena también tiene repercusiones a nivel educativo, tales como la incorporación de mensajes en algunos alimentos para promover hábitos de vida saludables. Asimismo, promueve en todos los niveles educativos actividades didácticas para desarrollar hábitos de alimentación saludable y de vida activa. De hecho, esta es una de las políticas más completas que involucra diversos aspectos que son norma en diferentes países.
En cuanto a resultados, en Chile se ha encontrado efecto por ejemplo en la cantidad ingerida de bebidas azucaradas, mayor que la que se dio cuando aumentaron el impuesto a dichas bebidas. Asimismo, al evaluar hasta dónde los padres y los niños entienden y se apegan a la ley en cuestión, los resultados son muy positivos. También los industriales han modificado la composición de sus productos para evitar las etiquetas negras.
Lo anterior viene a colación por la reciente modificación de la Ley de los Derechos de Niñas, Niños y Adolescentes en Oaxaca, mediante la que se prohibió la distribución, donación, regalo, venta y suministro a menores de edad de bebidas azucaradas y alimentos envasados de alto contenido calórico, así como los que excedan contenidos de azúcares, grasas y sal. Como entrará en vigor el etiquetado de advertencia de dichos productos, no será difícil saber qué vender a los niños y jóvenes. Ya el congreso de Tabasco se unió al mismo dictamen y se está proponiendo en el senado para todo el país.
No parece haber antecedentes de una legislación del tipo de la de Oaxaca. En algunos sentidos, es parte de la reglamentación chilena, ya que no se expenderán los alimentos ultraprocesados en las escuelas. Sin embargo, será difícil evitar el mercado negro, ya que, aunque los niños pequeños no significarían tanto problema, se teme un comportamiento distinto entre los adolescentes. De hecho, los productos prohibidos se podrían convertir en una tentación.
Sería muy conveniente que una reglamentación del tipo de la de Oaxaca fuera ligada a una política educativa muy fuerte y bien diseñada, que se aplicara por etapas, como se ha hecho en Chile. Es necesario, si no es que indispensable, que los niños aprendan a comer nutriéndose y no solo satisfaciendo el hambre. Y no basta con la buena nutrición para una vida saludable, se requieren además buen ambiente social y actividad física suficiente. ¿Podría solucionarse el problema de obesidad solo negando las chucherías a los niños?
Colaboración de Ana María Calderón de la Barca, investigadora de la Coordinación de Nutrición del CIAD