Comer es un placer y, en un mundo con tantas desigualdades, es un privilegio. La mayoría de las personas disfrutamos los beneficios de los nutrientes en los alimentos, mismos que para algunas otras son dañinos, les causan malestares e incluso, pueden ser fatales.
Ana María Calderón de la Barca, investigadora de la Coordinación de Nutrición del Centro de Investigación en Alimentación y Desarrollo (CIAD), nos explica las diferencias entre intolerancia y alergia, sus implicaciones y posibles soluciones.
Una persona es intolerante a cierto componente de un alimento cuando, manifiesta, unos veinte o treinta minutos después de ingerirlo, reacciones de malestar gastrointestinal, por la formación de gases. Por eso siente desde inflamación, dolor abdominal, flatulencias y hasta diarrea.
Lo anterior se debe a que no lo puede digerir y por tanto absorber, por lo que se va al intestino grueso, en donde las bacterias lo fermentan, produciendo gases. Estas intolerancias pueden ser de por vida o pasajeras, debido a una infección gastrointestinal o colitis; son molestas, pero no fatales.
Por su parte, las alergias se producen inmediatamente después del consumo del alimento que contiene el componente que desata la respuesta del sistema inmunitario. Los síntomas pueden manifestarse como urticaria, rinitis, dermatitis o dificultad para respirar; en los niños pequeños pueden darse diarreas e incluso inducir un shock anafiláctico, con desenlace fatal, si no se atiende de inmediato.
Así, por ejemplo, los componentes del trigo en los deliciosos productos de panificación o tortillas pueden inducir alergia o intolerancia en algunas personas. Mientras diversas proteínas del trigo, y no solo las de la fracción llamada gluten, pueden provocar alergias e intolerancias en algunas personas, sus carbohidratos de cadena corta podrían inducir intolerancia. De esta forma, quienes padecen hipersensibilidad a las proteínas del trigo, no pueden ni probar sus productos, mientras que, quienes son intolerantes a sus carbohidratos de cadena corta, lo pueden consumir con moderación.
Calderón de la Barca explicó que no se deben autodiagnosticar e imponerse dietas restrictivas. Lo más recomendable cuando se sospecha de alergia o intolerancia a un alimento, es consultar a un especialista en gastroenterología o alergología, quien instruirá sobre los análisis para el diagnóstico, así como el tratamiento.
Por último, ofreció los servicios de su laboratorio en el CIAD, donde se realizan análisis con un bajo costo (cuota de recuperación) para identificar alergias e intolerancias a algunos alimentos. También se ofrece orientación nutricional en los casos diagnosticados.
Si requiere más información, puede escribir un correo electrónico a amc@ciad.mx o llamar al teléfono (662) 289 2400, ext. 306.