¿Valorar los ecosistemas costeros promueve su conservación y un mejor nivel de vida?
El valor asignado tradicionalmente a los recursos naturales ha variado con el tiempo, pero la tendencia a considerarlos como parte importante del capital de un país es irreversible. Por ello, más que sumarlo al capital económico, social o humano, se reconoce que el capital natural es el sustento de los otros.
Derivado de ello, el concepto de servicios ecosistémicos (SE), que se refiere a los beneficios que se obtienen del funcionamiento de los ecosistemas, engloba esa forma de pensamiento que asocia las características, funciones y procesos ecológicos con el bienestar humano.
Así, la obtención de alimentos, agua, medicina y otros productos a partir del ambiente, se denominan servicios de provisión. De igual manera, la naturaleza ofrece los servicios de regulación y los culturales, que nos brindan protección contra tormentas, regulación del clima, prevención de erosión de playas o permiten disfrutar de espectaculares paisajes, de lugares sagrados y para recreación o simplemente para identificarnos como parte de un lugar.
Para entender la importancia de los SE, se intenta asignarles un valor económico, estimándose en 2011 que todos los beneficios que nos ofrece la naturaleza podrían evaluarse en alrededor de 120 mil millones de dólares, que superan al producto interno bruto (PIB) mundial. Sin embargo, de seguir las tendencias actuales de explotación de los recursos, este valor podría caer en 2050 entre 30 y 42%, o incrementarse en 25% si se siguen buenas prácticas de manejo y uso de los recursos.
Con esas consideraciones, desde la década de 1990, en el Laboratorio de Manejo Ambiental del Centro de Investigación en Alimentación y Desarrollo (CIAD), Coordinación Regional Mazatlán, cuyo responsable es el investigador Arturo Ruiz Luna, en colaboración con el investigador César A. Berlanga Robles y el técnico académico Miguel A. Sánchez Rodríguez, se han venido analizando los cambios de coberturas y usos de suelo, principalmente en la región costera del noroeste de México, para determinar variaciones en su extensión y diversidad.
Más recientemente, con la convicción de la importancia de conocer, valorar y mantener la diversidad y funcionamiento de los ecosistemas, se ha incorporado la valoración económica y social de los SE que proporcionan los humedales costeros y su papel en la reducción de la vulnerabilidad y fortalecimiento de la resiliencia de las poblaciones costeras. Lo anterior, a través del desarrollo de los proyectos “Determinantes de vulnerabilidad y diagnóstico de la capacidad institucional de respuesta ante eventos de precipitación extrema; implicaciones para la adaptación y resiliencia en la zona costera del noroeste de México (CONACYT PN-2017-4764)” y “Humedales y adaptación basada en ecosistemas: Fortalecimiento de comunidades costeras en el Golfo de California para su adaptación ante el cambio global (The David and Lucile Packard Foundation Grant# 2022-73257)”.
Del primero de esos proyectos se derivó el libro Vulnerabilidad costera en el noroeste de México. Un enfoque multidisciplinario, editado por Aimée Cervantes E., Rafael Hernández G. y Abril Montijo G., egresados del posgrado del CIAD y que continúan colaborando con el Laboratorio de Manejo Ambiental. El segundo de los proyectos inició en febrero de este año y se encuentra en marcha. Se incluye a continuación la liga para quienes tengan interés en descargar el libro en formato digital:
Colaboración de Arturo Ruiz Luna, investigador de la Coordinación Regional Mazatlán del CIAD.